Una vez más en una década la avenida 24 de Mayo, en el centro de la capital, ha sido remodelada. La tarde de ayer con juegos pirotécnicos y actos culturales se entregó a los vecinos de Quito este espacio que todos debemos cuidar y preservar.
No merece la pena una inversión millonaria para que a la vuelta de pocos años se deteriore. No valdría hacer el esfuerzo arquitectónico y de reconversión social si la seguridad pública no acompaña de modo permanente al sector y si no la mantienen limpia.
La 24 de Mayo fue tradicionalmente sitio de lupanares de baja estofa. Las prostitutas en la calle, los antros de deprimente aspecto y la venta de drogas y una insoportable delincuencia acompañaron durante años a este importante emplazamiento. Todavía quedan en zonas aledañas algunos de estos centros de diversión que es un imperativo desalojar o clausurar.
Pero nada se ganaría si no se suma la acción concertada del Cabildo, los vecinos y la Policía. Varias denuncias recientes dan cuenta de la complicidad de algunos uniformados con la delincuencia. Esto hay que desterrarlo de modo permanente para evitar los asaltos a turistas y paseantes y hacer de la 24 de Mayo nuevo espacio de arte, cultura y distracción.
El Instituto Metropolitano de Urbanismo emprendió hace 18 meses en el proyecto. Cabe anotar que la reconversión supone también el activo concurso de los vecinos que se prestaron para recibir instrucción y transformar sus negocios para aprovechar el nuevo espacio.
Por este fin de semana de fin de año, las cuatro plazas y la explanada servirán como escenario de exposiciones y se presentará el concurso de testamentos. Quizá sea una buena ocasión para visitar la 24 de Mayo.