Los sectores productivos están en una encrucijada. En febrero vencen las preferencias arancelarias andinas. Si no se renuevan varios rubros de exportación a EE.UU. perderían competitividad y existiría un impacto negativo en las fuentes de trabajo.
Estados Unidos de Norteamérica es el principal socio comercial del Ecuador. Hacia ese dinámico mercado van las exportaciones petroleras y de otros productos. Flores y maderas contrachapadas, atún, hortalizas y frutos tienen salida y la demanda es creciente, pero si se eliminan las preferencias que protegen al 71% de nuestras exportaciones no petroleras, esos productos perderían competitividad frente a nuestros vecinos.
La consecuencia: el impacto en miles de puestos de trabajo en sectores sociales amplios, especialmente en el campo.
Para los productores ecuatorianos lo más importante es tener acuerdos a largo plazo que permitan hacer inversiones estables y contar con reglas claras para producir. Por eso muchos creen en la fórmula de apoyar acuerdos a largo plazo. Antes se buscó el TLC, ahora el Gobierno debe dar un nuevo impulso en las negociaciones con la Unión Europea, el principal mercado para nuestros productos no petroleros.
Es importante, además, mirar con apertura de mente y horizontes hacia la cuenca Asia-Pacífico y sus múltiples oportunidades. Nuestro comercio exterior debe ser abierto, activo, desprejuiciado y técnico, no político.
El Ecuador requiere alimentar el flujo de divisas, generar fuentes estables de empleo, diversificar la producción y caminar aceleradamente hacia las ventajas que una economía globalizada y el mercado mundial ofrecen. Esa es la gran oportunidad para salir de la pobreza.