El argentino Ezequiel Lavezzi se declaró hoy “feliz y orgulloso” por la “histórica” conquista de la Copa Italia, pero no definió si seguirá o no en el Napoli, cuyos hinchas vibraron esta madrugada como en los tiempos de Diego Maradona.
“Lo hicimos, logramos una victoria increíble que cierra una temporada fantástica”, escribió Lavezzi en su sitio oficial, después de que los hinchas le enseñaron un cartel durante la final que Napoli ganó 2-0 a Juventus en Roma: “Pocho, no te vayas, Nápoles te ama y París no tiene el mar”.
“Ver llorar anoche al Pocho (Lavezzi), que nunca muestra sus emociones, me conmovió, esto fue algo personal” , dijo hoy el DT Walter Mazzarri, quien contó que se acostó a las 7 de la mañana, pero que “valió la pena casi no dormir”. Lavezzi, a quien se da casi como trasferido a París Saint Germain (PSG), fue uno de los más aplaudidos en el festejo del autobús que paseó en la madrugada la copa por la ciudad, una fiesta cuyos efectos se sintieron hoy, con niños ausentes en las escuelas y comercios y oficinas que demoraron su apertura.
La locura, tras la victoria ante Juventus, estalló cerca de las 4 de la madrugada de hoy, cuando el plantel arribó a Nápoles y a esa hora partió de la estación en Plaza Garibaldi para iniciar un desfile a pura fiesta, con unas 30.000 personas volcadas a las calles.
Lavezzi, clave porque a él le cometieron el penal que luego convirtió el artillero uruguayo Edinson Cavani, alzó la copa desde el autobús y los hinchas estallaron en reclamos para que no deje al equipo.
El argentino, Cavani y el eslovaco Marek Hamsik, el trío de ataque clave en la campaña, tenían hoy sus propias estatuillas en el tradicional pesebre de la calle San Gregorio Armeno, que incluía a todo el plantel, también al chileno Eduardo Vargas, que casi no jugó por lesiones y suplencias. Napoli ganó su primer título oficial de los últimos 22 años, tras la Supercopa de 1990, último triunfo todavía con Maradona en el equipo.
La prensa napolitana agotó hoy sus ediciones triunfalistas, las radios y las redes sociales seguían hoy evocando la conquista y en la Plaza Garibaldi más de un fanático hacía sonar con amplificadores los dos himnos del Napoli.
Uno es el histórico, ligado a la conquista del primer “scudetto” en 1986-87 que grabó el cantante Nino D’Angelo, adorado por los napolitanos, además del nuevo que se llama “El soldado enamorado” y que acompañó al equipo en todas sus últimas performances.
La mayoría de los departamentos, en sus balcones, aparecían con banderas del Nápoli y no faltó la broma a Juventus en el barrio Puente de Casanova, con un gigantesco cuerno de cartón instalado frente a su casa, que se suele utilizar para hacer los exorcismos.
Caravanas de autos, fumógenos, fuegos de artificio y bocinas formaron parte de la fiesta de los tiempos maradonianos, por la conquista de la cuarta Copa Italia, primera desde 1986-87, cuando el “Pibe de Oro” lideraba al equipo partenopeo.
De la Riviera di Chiaia a Corso Umberto, de los baños en la fuente de plaza Trieste y Trento a Marina, todo fue fiesta, no sólo con las imágenes de los goles, sino también con la del atacante macedonio Goran Pandev cantando “Oj vita, oj vita mia” mientras saltaba en el césped del Olímpico de Roma, escenario del triunfo.
Hamsik, a su vez, apareció ante las cámaras de la RAI con su cabello completamente recortado, sin su célebre cresta, que pasó por las tijeras de sus compañeros Fabio Cannavaro y Christian Maggio, miembros de un plantel que también integran otros sudamericanos, como los argentinos Hugo Campagnaro y Federico Fernández, el colombiano Juan Zúñiga y los uruguayos Marcelo Britos y Walter Gargano.
“Estoy contento por el Napoli y por los napolitanos. Napoli necesitaba ganar e Italia debería adorar al pueblo napolitano, lo que no sucede” , expresó el productor cinematográfico Aurelio De Laurentiis, presidente del club.