A Luis Ramos no se le pasa un detalle cuando Duilio Beretta, el actual mejor jugador del Perú, está en una cancha de tenis por entrenamientos o por partidos oficiales.
Por momentos parece una estatua o uno de esos guardaespaldas que sin moverse divisa todo a su alrededor. Pero él, detrás de sus llamativas gafas de marco grueso y de color blanco, solo tiene ojos para los movimientos de su pupilo, a quien entrena desde que este tenía 7 años.
‘Lucho’, como le dicen en el circuito profesional de tenis, tiene 39 años y afronta una de las etapas más apasionantes, pero también más complejas de su vida. “No es fácil ser entrenador de un tenista profesional”.
El guía, que tiene una academia en Lima (Tenis Pro), hizo esta revelación como una especie de desahogo, durante uno de los entrenamientos de esta semana en el club Buena Vista, durante el Challenger de Quito.
Es difícil, confiesa, viajar semana tras semana a diferentes ciudades para participar en los torneos regionales, alejándose así de la familia. “Es difícil, es complicado, pero todo es parte de ese sueño”, dice junto a su pupilo, en el ámbito profesional.
Ramos no solo guía técnicamente a Beretta, deportista que tiene 20 años y ocupa el puesto 417 del mundo. También hace las veces de psicólogo, motivador y fisioterapeuta…
En lo que va del año han estado más de 20 semanas fuera de su país y el objetivo, al finalizar la temporada, es que Beretta se ubique entre los 300 mejores del mundo. Para Ramos, su deportista tiene aún un techo muy alto. “Hizo el colegio de manera natural y se graduó como cualquier otro muchacho. Solo ahora estamos priorizando la parte física y él tiene aún mucho por dar”, manifestó contento el entrenador, oriundo de Arequipa.
Pero los entrenadores no solo los guían técnicamente. También son amigos de sus jugadores. Es el caso del portugués Bernardo Mota. Cuando el actual entrenador de 41 años se retiraba, en el 2000, el adolescente Frederico Gil empezaba a brillar. Desde entonces se conocen, pero solo desde hace tres meses se entrenan juntos.
Gil llegó al país como el mejor clasificado, pero se quedó en la primera ronda. Ahora, los dos lusos viajarán por la región y disputarán torneos en Argentina, Chile y Colombia. Lo más probable es que finalicen su gira en el Challenger de Guayaquil.
Mota asegura que el objetivo de su pupilo, en el largo plazo, es llegar al top 50. Antes ya estuvo como 62 del mundo, pero ahora está 131. “Queremos finalizar el año entre los 100 mejores para poder iniciar el 2013 en los torneos de Doja y Australia”.
En tanto, Juan José Seminara acompaña a Eduardo Schwank por las canchas del mundo. Son muy amigos. Él técnico lo apoya y también está pendiente de los pasajes para los viajes, de las estadías, de los próximos torneos… El viernes, el argentino cayó ante el chileno Nicolás Massú, Seminara lo alentó durante todo el partido. Incluso lo felicitaba cuando su deportista se esforzaba al máximo aunque no llegara a impactar la pelota con la raqueta.
La meta de Schwank es retornar al top 50 de tenistas, donde ya estuvo en el 2010.