El español Fernando Alonso le teme tanto o más que a Sebastian Vettel. Adrian Newey, el gurú de la técnica de Red Bull, demostró el pasado domingo en el Gran Premio de Fórmula de 1 de Brasil por qué es considerado uno de los grandes responsables del tricampeonato logrado por el piloto alemán.
El vehículo del flamante campeón no es solo el más veloz, sino que también exhibió una nueva cualidad: ser resistente como una roca. Si el impacto del brasileño Bruno Senna en la largada no pudo dejar fuera de carrera a Vettel, en buena medida se debe a de Newey.
“Competimos contra Adrian Newey”, se quejó Alonso, que hubiera sido campeón mundial si Vettel hubiese tenido que abandonar. Newey, el director técnico de Red Bull, es para la gran mayoría el genio de la técnica en la Fórmula 1.
El experto en aerodinámica con la mirada melancólica es un maestro en la mesa de dibujo. “No me preocupan en absoluto los elogios. Lo único que quiero es suministrar el mejor trabajo posible”, dijo Newey en una ocasión.
Muy a menudo, y siempre con timidez, suele pasear por el sector de los pilotos. Y eso que ningún ingeniero de la Fórmula 1 goza de un estatus comparable y fama como él. Sus geniales ideas ayudaron a conseguir títulos a Nigel Mansell, Alain Prost, Mika Häkkinen y últimamente a Vettel.
Con bólidos surgidos de su pluma se lograron más de 100 victorias en Grandes Premios. Y ahora contribuyó en forma decisiva al tercer título de Vettel. Newey logró afinar a tiempo el RB8 después del Gran Premio de Alemania, cuando Vettel se colocaba 44 puntos por detrás de Alonso.
Su mano hizo que desde entonces el Red Bull volviera a arrollar a sus rivales como en el 2011. Llegaron las victorias por Asia y Vettel pudo arribar a Sao Paulo con una ventaja de 13 puntos sobre el
Ferrari de Alonso.
Newey, nacido hace 53 años en Stratford-upon-Avon, la ciudad de Shakespeare, no gusta del revuelo y las alabanzas. Tampoco se vanagloria de su magistral trabajo. “En lo sencillo se halla lo genial”, caracteriza Newey su filosofía de trabajo.
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El ‘team’ Red Bull logró traerlo en el 2006 de McLaren con un sueldo récord. El multimillonario austríaco Dietrich Mateschitz le estaría abonando al técnico unos 10 millones de euros (cerca de USD 13 millones) por cada temporada.
Newey fue ya un talento en la universidad. Terminó con matrícula de honor sus estudios de ingeniero aeronáutico en Southampton. Inmediatamente después, a los 22 años, obtuvo un empleo en el equipo Fittipaldi. Otras estaciones antes de su cambio a Red Bull fueron los destacados equipos Williams y McLaren.
En su época en Williams, Newey vivió sus peores momentos. El accidente mortal del piloto brasileño Ayrton Senna el 1 de mayo de 1994 en Imola (Italia) afectó profundamente al sensible inglés.
“El par de pelos que me quedaban se me cayeron. Eso me cambió corporalmente. Fue terrible”, dijo hace poco en una entrevista al diario inglés The Guardian.
Pero ni el luto ni el dolor lograron frenar su pasión por las carreras de autos. También se dio el gusto al volante: el cuarto lugar logrado en el 2007 en la legendaria carrera 24 horas de Le Mans subrayan sus cualidades de conductor.
Otra de las pasiones de Newey son los automóviles de carrera, de los cuales posee una notable colección. Su mayor vocación, sin embargo, es casi tan simple como su genialidad: diseñar bólidos que sean campeones de la Fórmula 1
Fuentes: DPA y EFE
DATOS DEL PERSONAJE
Trabajo. En 1993 dibujó el bólido con el que el francés Alain Prost (ganador en 1985, 86 y 89, con McLaren) alcanzó su cuarta corona.
Filosofía. Sin traicionar nunca sus ideas, y a despecho de los intentos de la FIA de vetar algunas de sus invenciones, el auto que Newey le entregó a Sebastian Vettel fue muy superior al resto.