Los locutores de la Radio Zaracay invitaban a los radioescuchas a radicarse en Santo Domingo. Corría la década de 1960 y las sequías en Loja y Manabí habían dejado damnificados. “Venga a la tierra de oportunidades, donde podrá sembrar y cosechar”. El mensaje se repetía en la programación. Francisco Balseca lo recuerda, a pocos días de que el cantón cumpla 45 años de vida.
Él llegó de Saquisilí, Cotopaxi, hace 50 años y dice que entonces, al igual que ahora, Santo Domingo acogió a los foráneos y les dio la oportunidad de cosechar logros.
“Poco a poco las personas llegaron con el sueño de conseguir mejores condiciones de vida. Teníamos poco dinero, pero se aprovechó las oportunidades de la época”. Las tierras, recuerda, se vendían a bajo costo.
Según el censo poblacional del 2010, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en la provincia hay 368 013 habitantes. Aunque las autoridades locales aseguran que llegan a 500 000, si se toma en cuenta a la población flotante.
“El clima tropical húmedo y el tipo de tierra fértil han sido siempre un atractivo”, asegura el economista David Padilla.
Esto ha permitido el desarrollo de la agricultura y de los negocios vinculados como los de venta de químicos, fertilizantes, plaguicidas, entre otros.
El comercio y la ganadería son ahora las principales actividades comerciales de las personas.
En el 2010, el INEC registró solo en el cantón Santo Domingo 14 378 negocios, los mismos que generaron plazas de empleo para 47 108 personas.
La provincia se convirtió en sinónimo de crecimiento para los pobladores. Entre ellos Mary Méndez, Vicente Cuenca y Ana Paguay. En la víspera del aniversario, ellos cuentan cómo hicieron su vida en Santo Domingo y cómo se enamoraron de esta tierra.
El próximo 3 de julio, el cantón cumple 45 años. El Municipio, con el apoyo de las empresas privadas, ha desarrollado ferias, exposiciones, conciertos y presentaciones culturales desde el 14 de junio pasado.
Este martes habrá un desfile cívico militar y una sesión solemne.
Mary Méndez / Vendedora autónoma
‘Siento a esta tierra como mía’
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“El plan inicial fue radicarnos en Guayaquil, pero varios amigos me recomendaron que mejor llegara a Santo Domingo. La gente era más amable con los extranjeros y había mucho movimiento comercial. Llegué de Villavicencio (capital del Departamento de Meta, Colombia) hace 12 años.
Con mi esposo decidimos emigrar de nuestro país natal, para prevenir que la guerrilla se llevara a nuestros hijos.
Salir de un día para otro del sitio donde naciste y tienes a la familia es muy difícil. Pero en Santo Domingo nos hemos sentido tranquilos y también hemos logrado estabilidad.
Comencé a trabajar como camarera en el hotel del Toachi, en la entrada de la ciudad. Luego de cuatro años, en consenso con mi esposo, decidimos formar nuestro propio negocio, para no depender de terceros. Vendemos frituras colombianas.
Ahora nosotros brindamos empleo a cuatro personas más, dos de ellas también extranjeros que llegaron en similares circunstancias. Los otros dos son ecuatorianos.
De esta manera creo que, de alguna forma, le devuelvo a esta ciudad lo que me ha dado. La venta de nuestros productos (pan de yuca, empanaditas de carne y buñuelos) es muy buena.
Nada sería posible si a los santodomingueños no les gustara de lo que preparamos. Varias entidades privadas nos hacen pedidos para eventos grandes. Actualmente vendo USD 200 diarios. Con esto mantengo a mi familia y pago a los trabajadores.
Me siento muy contenta de ver cómo mi negocio ha crecido. Con esfuerzo y trabajo, mi sueño se ha cumplido en esta tierra que ya la siento como mía”.
Vicente Cuenca / Presidente Cámara de Comercio
‘Soy un santodomingueño más’
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“Soy de Zaruma (El Oro). Cuando aún era niño, mis padres migraron a la provincia de Esmeraldas para mejorar sus condiciones de vida. Teníamos familiares en Viche. Ahí vivimos durante seis años.
Luego, ellos vieron la necesidad de migrar a Santo Domingo. En 1960, las escuelas fiscales no tenían profesores permanentes en Esmeraldas. No había estabilidad académica.
Por eso apenas llegué a Santo Domingo me inscribieron en la Escuela Ciudad de Caracas. Me gradué como contador en el ITC.
A mi esposa la conocí a través de otro amigo que nos presentó. Ella tampoco es de Santo Domingo. Nació en Manabí. Formamos una familia y con ella tenemos tres hijos. Son lo mejor que me ha pasado desde que arribé a esta provincia.
La estabilidad familiar se sumó a la estabilidad económica. Primero fui auxiliar contable en el Banco Pichincha, luego con mi trabajo me gané el cargo de gerente en el mismo banco.
Eso me sirvió mucho para luego poder independizarme. Formé una distribuidora de medicamentos. Se llama CY (Cuenca y Yépez). El negocio empezó con la colaboración de los integrantes de la familia y luego pude contratar personal.
Aunque no nací en esta tierra, me siento un santodomingueño más. No quisiera dejar este lugar nunca, porque me ha dado todo lo que tengo en la vida. En agradecimiento a esta ciudad he tratado de liderar entes sin fines de lucro.
Ahora soy el director de la Cámara de Comercio, asociación que representa a la principal actividad económica de la provincia. Tenemos 1 100 socios entre activos e inactivos. Buscamos un desarrollo ordenado del sector”.
Ana Paguay/ Comerciante emprendedora
‘Aquí la gente puede superarse’
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“El negocio es muy bueno en esta ciudad. Yo llegué desde Riobamba con mi esposo y un hijo hace ocho años.
Aquí tuve otro, él es tsáchila puro. Al principio no pensé que fuera la mejor idea venir a vivir en Santo Domingo. No me adaptaba al clima y como nosotros siempre vivimos en el frío, me parecía incómodo.
Poco a poco la situación fue cambiando. Las ganancias en la venta de sábanas y edredones eran buenas y por eso decidimos radicarnos.
Los santodomingueños aprecian bastante lo que se produce en la Sierra. Eso es lo que yo he podido notar y es aprovechado por muchos artesanos y comerciantes.
Con el avance de nuestro negocio, decidimos ampliarnos y ahora también nos dedicamos a la venta de ropa para adultos. Nos resultan aún más ingresos y con ello hemos podido dar los estudios a nuestros hijos.
Considero que cualquier negocio es rentable en esta ciudad, pues hay un movimiento comercial especial. Siempre hay compradores, pese a que existe bastante competencia.
Los turistas que viajan más hacia la Costa o a la Sierra pasan por Santo Domingo necesariamente y se quedan a conocer la ciudad. Esto fomenta el comercio.
Aunque añoro mi ciudad natal, me siento contenta en Santo Domingo. Esta tierra ayuda a que las personas se superen y dejen de ser empleados, para convertirse en empleadores.
Aquí ha llegado gente trabajadora que ha hecho que esta ciudad se desarrolle y crezca rápidamente. Es un beneficio compartido. Eso explica el porqué también dejó de ser un cantón ahora es toda una provincia”.