Entre el 70 y el 90 por ciento de todo el caudal de los ríos proviene de las montañas andinas, pero esa fuente se puede agotar si es que no se cambia la forma de pensar. Es cuestión de revisar imágenes de cómo eran los glaciares hace 15 o 20 años y comparar con los niveles actuales para reflexionar y comenzar a cuestionarnos de que si no hacemos nada, los ríos se secarán y el agua, vital para la vida vegetal y animal, simplemente se va a acabar.
Algunas de estas ideas fueron planteadas durante el XII Seminario Iberoamericano de Periodismo Científico que se llevó a cabo recientemente en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) con la presencia de científicos, docentes universitarios, periodistas, consultores de varios países que discutieron desde temas tan preocupantes como el agua o tan delicados como la minería.
En términos generales, la idea de un periodismo científico resulta tremendamente desafiante. En algunas universidades ni siquiera aparece en la malla curricular. Como se explicó en el seminario, el lenguaje de la comunicación debe ser especializado, científico, pero no por eso complicado o como lo dijo el periodista colombiano Javier Silva Herrera, de diario El Tiempo de Bogotá, “no se trata de contarle a la gente que la Tierra es en una calamidad y lo mejor sería suicidarnos”.
En el lenguaje no hay que exagerar, no se debe ser alarmista, sin que esto signifique que neguemos la realidad, que hay que despertar algunas conciencias. Pero para esto, de acuerdo con el criterio de Silva Herrera, hay que evitar las jergas científicas, que se informe desde el punto de vista del público y no de los especialistas.
En la actualidad nos hemos acostumbrado a mostrar las tragedias ocasionadas por el cambio climático. Tornados o huracanes mucho más severos de los que ocurrían hace algunas décadas o sequías extremas en regiones que antes eran verdes. Pero no nos hemos preocupado de mostrar, o lo hemos contado muy poco, que los páramos están afectados por todos estos fenómenos.
Un capítulo novedoso dentro del seminario fue la exposición sobre lo que debe ser la minería responsable frente a la larga historia de una minería artesanal que ha contaminado los ríos y no ha mejorado las condiciones de vida de las comunidades. No se habló de Nambija, pero el ejemplo cae por su propio peso e historia.
El catedrático de geología y minas de la Universidad Central, Daniel Pilco, habló de la influencia de un periodismo sensacionalista para oponerse a todo lo que es minería, sin tomar en cuenta que existe la minería formal, técnica, amigable con el medioambiente y que tributa al Estado. En el mismo tono, Jaime Jarrín Jurado explicó que “somos el resultado de un proceso geológico”, especialmente en el sur del país. Como resultado del mandato minero las áreas se redujeron de más de 4 000 a 1 600, lo que representa apenas el 2% de todo el territorio.