Las aún frágiles relaciones políticas entre Ecuador y Estados Unidos sufren un nuevo quebranto.
Esta vez, la libertad de prensa fue el punto de toque entre Washington y Quito, que aún no recomponen por completo sus lazos, afectados el 2011 por la expulsión mutua de embajadores.
Ayer, el gobierno de Rafael Correa reaccionó con molestia por las declaraciones del presidente estadounidense Barack Obama, quien se solidarizó con el periodista ecuatoriano César Ricaurte.
La Cancillería redactó un duro comunicado en el que rechaza las expresiones de Obama. El huésped de la Casa Blanca había expresado la víspera su preocupación por el hostigamiento a Ricaurte y había pedido a Carondelet, así como a otros gobiernos, que garantizara el trabajo de la prensa libre e independiente.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores, la posición de Obama obedece a una “desinformación” sobre lo que ocurre en Ecuador en materia de respeto a la libertad de prensa y expresión. “La Cancillería rechaza la infundada acusación del presidente Obama referida a una cuestión sobre la cual ha sido evidentemente mal informado”.
En ese mismo documento, el Gobierno también “repudió” las declaraciones de Mark Toner. El vocero del Departamento de Estado -esta semana- había pedido al Ecuador que brindara garantías necesarias para que la prensa pudiera realizar su tarea sin cortapisas, temores o sanciones.
Para finalizar, la Cancillería criticó la política de DD.HH. de Estados Unidos, al recordar los abusos que se cometen en la cárcel de Guantánamo (Cuba), donde se recluyen a acusados de terrorismo. En el mismo tono y desde Cartagena, el canciller Ricardo Patiño señaló que el pronunciamiento de EE.UU. obedece a una presunta campaña de desprestigio de Fundamedios. Esa ONG se encarga de reportar los ataques a la prensa en Ecuador, que en el primer trimestre llegaron a 53.
Este cruce de comentarios entre Quito y Washington sobre la situación de los DD.HH. en sus respectivos países se da pocos días después de que el Senado calificara a Adam Namm como nuevo embajador en Quito (recuadro).
Según José Ayala Lasso, ex canciller y ex alto comisionado para los DD.HH., no hay dudas de que la respuesta de la Cancillería constituye una nueva fricción en las relaciones con Estados Unidos.
A su juicio, no cabía una respuesta cargada de agresividad como la del comunicado, ya que es legítimo que cualquier país del mundo exprese sus preocupaciones en materia de derechos fundamentales. Sus palabras se refieren a que en 1993, en la Conferencia-Cumbre de DD.HH. celebrada en Viena, se ratificó que la acción internacional en esta materia no puede ser considerada como una intervención en asuntos internos de los estados.
¿El discurso del Gobierno no convence en el exterior?
“Lo lamentable es que la conducta del Gobierno ecuatoriano ha dado lugar a que se produzcan comentarios críticos en materia de derechos humanos”. Esas son las palabras de Ayala Lasso, al señalar que el Régimen más bien debería reflexionar los motivos por los cuales ha sido objeto de críticas a escala internacional.
De hecho, la crítica de Barack Obama se suma a una serie de observaciones que otros líderes mundiales han hecho a la situación de la libertad de prensa.
A raíz de los juicios presidenciales contra El Universo y contra los autores del libro El Gran Hermano, así como la última reforma electoral, ex presidentes de la talla de Fernando Henrique Cardoso (Brasil) y Jimmy Carter (EE.UU.) han expresado sus inquietudes frente al tema.
Para el ex embajador Luis Narváez, es legítimo que cualquier persona como los ex mandatarios se preocupen por la situación de los derechos humanos en cualquier parte del mundo. Y que ante ese tipo de pronunciamientos, cree que el Gobierno debería ser lo suficientemente permeable para hacer una autocrítica.
No obstante, ante las denuncias de atropellos a la libre expresión en el país, el diplomático cree que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debe tener una acción proactiva. Para ello -sugiere- debería enviar una misión para que analice el caso.
Video del nuevo Embajador
Adam Namm, flamante embajador de EE.UU. en Quito, grabó un video de casi tres minutos, en el que destacó la importancia de la relación bilateral.
Con la ciudad de Washington a sus espaldas, el diplomático señaló que su función será promover los valores democráticos compartidos por ambos países.
“Durante dos siglos EE.UU. y Ecuador han disfrutado de una larga y productiva historia, basada en valores compartidos y respeto mutuo”, señaló Namm.
Según el nuevo timonel de la Embajada estadounidense, en estos meses se ha dedicado a conocer mejor la realidad ecuatoriana, para fortalecerla.
Las cifras de la Embajada señalan que cerca de dos millones de ecuatorianos viven en ese país, mientras que unos 25 000 estadounidenses viven aquí.
Aunque en la cinta no fija una fecha específica para su arribo, Namm anunció que llegará al país en la próximas semanas.
De acuerdo con los códigos diplomáticos, antes de empezar a ejercer sus funciones de forma oficial, primero deberá presentar las cartas credenciales ante el presidente Rafael Correa.
Namm ingresó al servicio exterior de su país en 1987. Ocupó cargos en Islamabad, Bogotá, Dhahran y Santo Domingo. Mientras que en su país fue quien dirigió la oficina responsable de la construcción de edificios diplomáticos. Por ello, en 2008, estuvo en Quito en la inauguración de la nueva misión. Namm sustituirá a Heather Hodges, quien fue expulsada de Quito en abril del 2011.