Sus dos manos sostienen un muñeco del Hombre Araña, que está apoyado sobre el yeso que cubre por completo su pierna derecha. Con una voz tímida y baja, Júnior, de 6 años, repite que nunca vio la camioneta que lo atropelló hace dos semanas, mientras se trasladaba a su escuela. Aún está débil y nervioso, secuela del accidente.
Su tío, Jorge Toapanta, toma la mano de Júnior, el menor se apoya en su brazo y sonríe, dejando en evidencia que en la mandíbula inferior no tiene ningún diente. “Le tuvieron que hacer una operación para reconstruir su boquita”, cuenta Toapanta, mientras indica una cicatriz, de unos 10 centímetros, en la cabeza de Júnior.
El accidente ocurrió en la av. Arturo Yánez, la vía principal del barrio San José de la parroquia de Cutuglagua, ubicado en el límite sur del Distrito Metropolitano. Por esa vía, que no tiene acera, cientos de estudiantes caminan entre los vehículos o esperan una camioneta que los conduzca a sus establecimientos educativos o que los saque a la Panamericana Sur para tomar un bus. La mayoría de los alumnos de la parroquia estudia en Quito.
Son las 06:20 del miércoles y a 50 metros de la Panamericana, 27 estudiantes, de entre 6 y 15 años, saltan del balde de una camioneta de la Cooperativa 21 de Julio. Las mujeres, antes de bajar, agarran sus faldas para evitar que se alcen con el viento, mientras que los más pequeños, con sus maletas y loncheras, se sientan en la puerta del balde para estar más cerca del suelo, antes de saltar.
Desde las 05:30, 18 camionetas de esta cooperativa y 25 de otras dos, ofrecen transporte a los 5 000 moradores del sector. En tres minutos llegan 11 camionetas, cada una con unos 30 estudiantes. “A veces nos toca ir colgados, pero no nos queda más. Yo estudio en Quitumbe y para tomar el bus, de ley tengo que salir hasta la Panamericana”, afirma Jonatan, de 13 años.
A 1 kilómetro, cuatro estudiantes, de 7 y 8 años, caminan por la calzada sin mirar si detrás suyo viene un vehículo. Otros 45 alumnos esperan bajo la lluvia a una de las camionetas. Con un mandil celeste y una lonchera rosada, Érica se mueve constantemente, mientras su madre María Guamán la toma de la mano. Ya son las 07:00 y no llega el vehículo que la llevará a su escuela, en La Joya. “Aquí es difícil conseguir transporte, solo hay una línea de bus (Trans Planeta), que pasa cada media hora. Nos toca usar las camionetas”.
La Ley de Tránsito prohíbe llevar pasajeros en los baldes o cajones de las camionetas. La multa es de USD 87. En la mañana de ayer, en ese sector, no hubo control.
Roberto Hidalgo, presidente del Gobierno Parroquial de Cutuglagua, señala que no tienen atribución para impedir que las camionetas lleven a los alumnos o para disponer de más buses. “Nosotros no podemos hacer mucho, no tenemos competencia para crear más líneas. Lo que logramos, conversando directamente con Trans Planeta, es que aumenten las unidades de 11 a 21”.
Luego de 14 minutos, tiempo en el cual no ha pasado ningún bus, llega la ansiada camioneta y 17 estudiantes se acercan. Dos niños, de 8 años, se cuelgan del vehículo, mientras aún está en movimiento, para subir. Guamán toma a su hija con sus brazos y la mete dentro del balde. Érica repite tres veces “chao mamá”, mientras la camioneta se aleja.
En el camino, el vehículo sigue recogiendo estudiantes y luego de tres minutos se cierran las puertas del balde. Solo se ven los ojos y manos de los estudiantes. Tras recorrer 4,4 km, el vehículo llega a la escuela, las puertas se abren y 51 alumnos saltan. Érica es una de las últimas en bajar, cuando toca el suelo respira profundo y desliza sus manos sobre su rostro rojizo.
Patricio Ubidia, presidente de la Comisión de Movilidad del Municipio de Quito, señala que se está aplicando un proceso para regularizar el servicio escolar. “Sabemos que en Quito se necesita 3 000 vehículos autorizados para transportar a unos 200 000 estudiantes. Cuando termine el plan se mejorarán notablemente las condiciones de seguridad, pues solo se podrá transportar a los estudiantes en buses, busetas o furgonetas. Cutuglagua ya es competencia de Mejía”.
Según un estudio realizado por el Municipio, en Quito, cada día se realizan en promedio 4 270 000 viajes, de los cuales el 32,5% es por motivo de estudio.
De los 400 000 estudiantes que hay en el Distrito, la mitad se moviliza en transporte escolar formal e informal y el resto, en vehículos privados, en transporte público y caminando. En la av. Pedro Vicente Maldonado, junto a la parada Capulí del Corredor Sur Oriental, cuatro estudiantes de no más de 8 años (uno en silla de ruedas) y una niña de 1 año, se transportaban en una moto adaptada con un balde oxidado. Las llantas del vehículo estaban lisas.
Son las 08:00 y la av. Arturo Yánez está despejada, ya no hay estudiantes. En el interior de un terreno con un cerramiento de tablas, Júnior cuenta que ya extraña a sus compañeros. Pese a esto, aún no quiere regresar a la escuela, porque “La vía da miedo”.
Sobre el servicio
Las busetas cobran USD 0,10 a estudiantes y 0,20 a los adultos. Trabajan de 05:30 a 20:00.
Desde la Panamericana Sur hasta la etapa tres de San José de Cutuglagua hay 4 kilómetros.
Llevar pasajeros en los baldes es contravención grave de primera clase.