No hablaba francés y estaba próximo a viajar a Francia, pero eso no le preocupaba porque conocía un lenguaje universal para comunicarse: la música.
Fabián Durán Suárez es más conocido como ‘Choquilla’, ese sobrenombre lo recibió por el color de su piel. Sus amigos le comparan con un chocolate.
En 1994 un amigo le invitó a Francia y se le ocurrió que podía compartir sus conocimientos musicales en ese país; y se reinventó como hombre orquesta. Era un payaso armado con una serie de instrumentos: corneta, flauta, tambor… con ellos recorría parques, plazas y barrios.
Durán, de 45 años, es siempre informal y sobresale a donde vaya con su pelo alborotado. Esa sencillez la transmite en cada composición musical que crea para obras de teatro de grupos ecuatorianos, chilenos, bolivianos y brasileños. Uno de sus últimos trabajos fue presentado este mes en Loja. Lo hizo con el grupo cuencano Hijos del Sur y la obra fue ‘La Tunda te enamora’.
Su música se caracteriza por la utilización de instrumentos andinos: zampoñas, charangos, berimbao, ocarinas, tambores, quenas, que se funden con campanas y saxofones. Durán incorpora los instrumentos pensando en cumplir su objetivo de expresarse y no solo de emitir un sonido armonioso. Sus letras tienen historias de la cotidianidad de las personas, de riqueza andina y de desamores.
Su capacidad para componer y crear se inició cuando se graduó del colegio Rafael Borja. Se matriculó en los talleres de Felipe Serrano para aprender teatro. A las clases siempre iba acompañado de su guitarra y allí cantaba.
Él está convencido que la música es una extremidad del teatro. En más de una ocasión, recuerda que sus compañeros de teatro le decían que se dedique a la actuación. Y su interés por componer y actuar le permitió que en Francia viva de la música y aprenda a entonar instrumentos como el saxofón, las congas y los timbales.
A los dos años regresó a la capital azuaya y realizó su primer trabajo musical denominado ‘Cunucu’. Durán cuenta que para entonces en su cuaderno ya tenía escrita una serie de letras, y que esas composiciones fueron un homenaje a la cultura afroecuatoriana.
Con los primeros teatristas que trabajó fue con Monserrath Astudillo y Diego Carrasco: en la obra ‘Vine para preguntar’. Carrasco, actual director de la Bienal de Cuenca, recuerda la niñez de ‘Choquilla’, quien desde entonces demostró su inclinación por las artes y la música.
Según Carrasco, sus composiciones musicales son interesantes porque son bien logradas, originales, tienen expresividad y un dramatismo excepcional que llega al público. La conexión con la gente trasciende la sala de teatro, pues la música de Durán suele estar en radio, sin que muchas veces se aclare que la pieza se compuso para una obra de teatro.
El director de la escuela de Teatro de la Universidad del Azuay, Jaime Garrido, compara al músico cuencano con una especie de juglar contemporáneo. Señala que su vínculo con las artes escénicas y la música le permiten que tenga esa sensibilidad y conexión para que sus temas sean propios y tengan un estilo particular.
Garrido cree que otra fortaleza de ‘Choquilla’ es que no solo es teatrero y músico sino clown, pintor, escultor, bailarín y que esas destrezas contribuyen a sus composiciones. Además, dice que eso lo está demostrando en su investigación del Carnaval de Cuenca, en la cual hace un análisis de la música. Ese trabajo de tesis le servirá para obtener su licenciatura en teatro.
El compositor y teatrista camina por la orilla del río Tomebamba y emula el silbido de un pájaro, sonido que está presente en sus canciones y que en 1998 cautivó a Unicef. Esa entidad le becó para que estudie composición musical en el Instituto Superior de Arte de La Habana. Luego, en el 2007 viajó a Brasil a estudiar Capoeira de forma independiente.
Para ‘Choquilla’, los viajes son equivalentes a los libros, son su manera de aprender y formarse como músico y actor porque aprende de otros artistas y dramaturgos. Sus composiciones también se han escuchado en el Festival de la OTI de 1997, en Quito. Fue invitado e interpretó‘Desayunando San Juan Carajo Men’. Su música también es parte del cortometraje ‘Trafficombo’, del cuencano Pedro Andrade.
Además, ha trabajado con grupos como los Clowndestinos, La Puerta de Chile, con teatristas y músicos como Guido Navarro, Juan Andrade, Juan Pablo Liger, Carlos Loja e Ismael Tacuri.
Este último dice que las composiciones de Durán son armoniosas y expresivas porque el autor está abierto a cambios, sugerencias y que entiende con mucha facilidad los guiones. Sus letras son como él: libres y buscan un constante juego de palabras, diversión, con diferentes matices.
Durán no deja de observar cada árbol y planta a la vera del río Tomebamba y se remonta hace 15 años cuando por ese sector, en el parque de La Madre, formó con sus amigos los grupos La Tremenda Tere en la que hacía música instrumental. Después formó La Bandada de la Madre, que hace música con instrumentos de percusión, alegre y para festividades como Carnaval.
Con esta última agrupación se ha presentado en Loja, Esmeraldas, Ambato y otras ciudades.
Por su capacidad produjo discos como ‘Suena Choko’, ‘Batiendo el Viento’ y ‘Casi todo de Choko’. Ha compartido escenarios con el mexicano Alejandro Filio, el nicaragüense Mejía Godoy, el francés Pluma Linda Ruiz, el cubano Fernando Bécquer, y los ecuatorianos Héctor Napolitano, Jaime Guevara, entre otros.
El sistema burocrático y la falta de espacios para el teatro le molestan. Por ello, su último tema es ‘La burocracia y la hipocracia’ con el que cuestiona a las entidades culturales del Ecuador.
Fernando Durán
Nació en Cuenca el 4 de noviembre de 1967. Publicó El libro ‘El bicho raro y Los animales’. Es una recopilación de cuentos infantiles.
“La música y el arte es mi forma de vida ,es como un constante juego en el que aprendo y me nutro compartiendo con las personas y en mis viajes”.