El sueño de Sebastián Pinos es entrar a la Escuela Superior Militar y formar parte del Ejército. Para lograr su propósito, desde hace dos meses ingresó a un centro de formación. Allí le preparan física, académica y psicológicamente para afrontar los retos que deberá asumir en la vida militar.
A diario, Pinos asiste al Centro de Nivelación Educativa Militar (Cenemil). Su jornada empieza a las 06:30 y concluye a las 17:00. Cumple varias actividades: caminata, natación, ejercicios físicos, etc. Recibe clases de matemática, inglés, ciencias sociales, informática, lenguaje, entre otras.
En las instalaciones de la Liga Barrial de Solanda, lugar donde funciona el Cenemil, se adecuó una pista para el entrenamiento de los aspirantes. Actualmente, asisten 228 jóvenes. Ellos acuden a clases uniformados. Visten un calentador negro y una gorra. Los hombres tienen corte cadete. Las mujeres utilizan un moño.
Renán Sarchi, director del Cenemil, comentó que el fin es formar el carácter de los aspirantes. “En promedio, el 90% de los bachilleres que se prepara en este lugar logra entrar a la Escuela Superior Militar, de Policía, Bomberos, a la Fuerza Aérea, Marina, etc. Aquí se pueden dar cuenta si tienen vocación”.
El instructor del Cenemil José Matute, suboficial mayor en servicio pasivo, tiene a su cargo un grupo de 60 jóvenes. El trato que les da se asemeja al que reciben los uniformados en las instituciones de la fuerza pública. “Formen una fila y vayan a la pista”.
Allí, los bachilleres realizan ejercicios en las barras, ágilmente cruzan reptando un área de 15 metros de largo que está cubierta por alambres de púas, atraviesan la escalera china y ascienden por una malla hecha con sogas. Luego usan unos cabos gruesos de yute para subir. Cuando llegan al tope (cerca de 4 metros de altura) gritan “Cenemil siempre A”.
La rutina de los jóvenes no termina con esos ejercicios. Ellos también realizan abdominales, flexiones de pecho y trotan cuatro veces alrededor de una pista de 400 metros. Mientras cumplen con la disposición corean: “Izquier, dos, tres, cuatro”. El tono enérgico que usan no desaparece, a pesar de que llevaban más de seis horas de entrenamiento.
Según el Censo Económico, en Quito funcionan 2 408 establecimientos que tienen como actividad la enseñanza. El 2,7% (66) imparte tareas de apoyo para los estudiantes (preuniversitarios, centros de formación, orientación, etc.).
Los bachilleres que aspiran entrar a la universidad asisten también a cursos especiales. Doménica Zambrano quiere ser guía de turismo. Por ello, decidió destinar sus vacaciones al estudio. Ella acude al Centro Preuniversitario Stephen Hawking. Tiene clases de 08:00 a 13:00. “Es necesario realizar un sacrificio para alcanzar los objetivos”.
Este centro preuniversitario tiene alrededor de 210 alumnos. Los jóvenes reciben clases en aulas y no usan uniforme. El tiempo de preparación dura cuatro meses. En ese lapso hacen un recuento de las materias que recibieron en el ciclo diversificado. También se capacitan para rendir las pruebas de ingreso.
Fabián Solano, administrador, informó que los jóvenes son evaluados constantemente. Eso ha permitido que un 70% logre entrar a la universidad.
Juan Pablo Bustamante, especialista en Educación, comentó que este tipo de actividades deberían ser parte de la responsabilidad del Estado. “El sistema educativo formal del bachillerato debería mejorar. La capacitación preuniversitaria debería ser una excepción, no la norma”.
Preparación
Instrucción. En el Cenemil la formación de los aspirantes puede durar hasta cinco meses. El valor de la pensión es USD 150.
Opciones. La Cadena de Preuniversitarios Cenec también ofrece servicios de formación para los bachilleres. La pensión cuesta USD 30 mensuales.
Bachilleres. Según la Dirección Provincial de Educación, este año en Quito se incorporarán alrededor de 40 184 bachilleres.
Requisito. La preparación en centros preuniversitarios no es un requisito obligatorio.