Gustavo Alfaro se convirtió en un sinónimo de unión en el fútbol ecuatoriano. Logró juntar en una misma mesa a futbolistas de equipos locales antagónicos, que solían mirarse con desdén, aupados usualmente por hinchas, entrenadores y dirigentes.
Ese mérito se sostiene en su liderazgo para comandar grupos y también en el olfato, tan fino, para descifrar a rivales. Alfaro, que es sensato, pero también jovial, ha logrado llevar por un camino sin maleza a la Selección, pese a las adversidades actuales, como la crisis por la pandemia. Y eso es reflejo de su oficio y trabajo serio.
Convocó a Damián Díaz, el mejor volante ofensivo de los últimos 10 años en el torneo local, un crack con el balón, pero destacado igual por confrontar con rivales en la cancha hasta hace no mucho. El DT valoró las cualidades técnicas y de líder de un Díaz que ha madurado.
Ecuador jugará 10 partidos de Eliminatorias este año y quizá más de 4 en la Copa América, por lo que es indispensable que la base del entrenador sea amplía, sin importar si es de Barcelona, Emelec, LDU o Independiente, es la Selección.
La visión de Alfaro, como la de su cuerpo técnico y Secretaría, es sostener un equipo unido, con ‘hambre de gloria’, responsable.
Son cimientos en la ruta, aún difícil, hacia Catar. Y un mensaje a clubes, hinchas y prensa, para que superen discrepancias; critiquen, por supuesto; y sigan los pasos de una Tri que ahora parece privilegiar los colores de su país a otros intereses.