Una diversidad de colores, aromas y todo tipo de objetos fue la tónica que se presenció ayer en el Paseo de Guápulo.
Decenas de personas, vecinos y habitantes del barrio quiteño caminaron por sus calles para apreciar lo mejor que ofrece el tradicional lugar.
Una primera carpa en donde se acomodaron a más de 10 artesanos y expositores daba la bienvenida. Allí, Zoila Cunalata ofertó lo mejor de su agricultura orgánica en uno de los puestos: “Es una oportunidad para mostrar nuestros productos”.
Cerca de ella, en el puesto de Renato Paredes había artesanías elaboradas en lana de alpaca, junto a mermeladas y otros dulces. “Es la primera vez que vinimos, pero la gente pregunta y se interesa”.
Más abajo, en plena curva de la calle Caminos de Orellana, un almacén en donde se vende cerámicas, lámparas y otras artesanías, también abrió sus puertas al público. En el fondo de este local, Jaime Luna y Patricia Mosquera instalaron figuras de duendes de porcelana en una mesa. Ambos mostraron su gusto por participar de este encuentro con sus creaciones.
La jornada cultural se inició cerca de las 10:15 con una procesión que terminó en la iglesia de Guápulo. Al ritmo de una oración, fieles y curiosos caminaron hasta el sitio portando globos blancos, azules y amarillos. El acto continuó minutos después en las afueras del templo con una romería del Colegio Don Bosco.
Cerca de las 10:30 la multitud aún seguía alrededor de la iglesia. Unos cuantos se animaron a subir por las empedradas calles a buscar arte en los talleres abiertos y comida.
En el mirador, los primeros en demostrar sus destrezas dancísticas fueron ocho ancianos, que lucían zamarros, faldas plisadas y sombreros de cintas bailaron y cantaron con alegría. Su obra llamó la atención de turistas que los fotografiaron. Uno de ellos fue Luis Murillo. “Vale la pena que se destaquen estas tradiciones. Guápulo es maravilloso”. El paseo duró hasta las 16:00.