Conocida como larga serpiente en Chichén Itzá, una escultura maya de cabeza de serpiente. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
La fotografía química destaca zonas de luz y sombra. Eso permite que no se pierdan los detalles de figuras sobre una superficie difícil como la piedra.
Estas imágenes de Chichén Itzá y Teotihuacán, en México, se realizaron con una Canon AE1, con lente fijo de 50 mm de gran apertura y una película fotosensible ISO400.
El proceso de revelado también permitió dar más contraste a los detalles. Se usaron varios químicos: un revelador D76, fijador universal, baños hypocleaning y fotoflo, que ayudan al secado de la cinta fotosensible.
Finalmente, viene la digitalización del negativo. Se puede optar por el positivado, que permite contar con las fotografías en un formato físico como el papel.
Las cabezas de Tlaloc (izq.) y la serpiente emplumada (der.), en un muro de Quetzalcóatl. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO