El asalto al Capitolio por seguidores de Donald Trump evidenció el privilegio del que gozan las personas caucásicas en el paÃs. Foto: EFE.
Dos escenas han marcado Washington en el último año: una multitud dispersada con gases lacrimógenos en una plaza pública y una turba que tuvo vÃa libre para entrar y vandalizar el Capitolio. El contraste entre ambos episodios ha revelado el alcance del privilegio blanco en Estados Unidos, siete meses después del estallido social contra el racismo en el paÃs.
Hasta el asalto al Capitolio de este miércoles 6 de enero del 2021, la capital estadounidense no habÃa atraÃdo tanta atención y bochorno desde el pasado 1 de junio, cuando decenas de agentes federales dispersaron súbitamente a los manifestantes que protestaban contra el racismo y la brutalidad policial en el parque Lafayette, contiguo a la Casa Blanca.
El gas pimienta y el humo permitieron al presidente Donald Trump, que habÃa descrito como “terroristas” a los manifestantes mayoritariamente pacÃficos, cruzar la plaza y hacerse una foto ante una iglesia con una Biblia en la mano.
Más de 300 personas resultaron detenidas esa noche, la mayorÃa por violar el toque de queda en Washington. Al dÃa siguiente, cientos de militares armados de la Guardia Nacional se situaron frente al Monumento a Lincoln de la capital mientras decenas de manifestantes, muchos de ellos afrodescendientes, protestaban pacÃficamente.
“Dos sistemas de Justicia”
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El contraste de esas imágenes con las de este miércoles, cuando irrumpieron en el Capitolio cientos de seguidores de Trump -incluidos grupos violentos de supremacistas blancos cuyos planes de visitar Washington se conocÃan desde hace semanas-, ha generado una fuerte indignación en el paÃs.
“Hemos sido testigos de dos sistemas de justicia: uno que ha permitido a extremistas invadir el Capitolio, y otro que disparó gases lacrimógenos contra manifestantes pacÃficos el verano pasado. Es simplemente inaceptable”, escribió este jueves la vicepresidenta electa de EE.UU., Kamala Harris, en su cuenta de Twitter.
También el presidente electo, Joe Biden, criticó el “doble rasero” de la respuesta policial a ambos incidentes y opinó que se habrÃa tratado “de forma muy diferente” a los invasores si, en vez de seguidores blancos de Trump, hubieran sido “manifestantes del movimiento Black Lives Matter” (‘Las vidas negras importan).
La diferencia no estuvo solo en el tamaño del dispositivo de seguridad que enfrentó ambas situaciones, sino en la conducta de muchos policÃas, que permitieron salir del Capitolio a los intrusos sin arrestarles, les dieron indicaciones de cómo llegar a un despacho y hasta se hicieron un selfi con ellos.
“El privilegio blanco quedó expuesto en el Capitolio de Estados Unidos”, opinó este jueves 7 de enero del 2021 el profesor Ibram X. Kendi, director del centro de investigación antirracista en la Universidad de Boston.
“Quienes estudiamos la historia del terrorismo blanco a nivel nacional sabemos que, una y otra vez, quienes perpetran este tipo de terrorismo simplemente no pagan por ello (…). La pregunta es si ocurrirá esta vez”, añadió en declaraciones a la cadena PBS.
Un sÃmbolo supremacista en el Congreso
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Para millones de afroamericanos, no solo fue doloroso preguntarse qué habrÃa ocurrido si los asaltantes tuvieran otro color de piel o defendieran otras causas, sino también ver circular por los pasillos del Capitolio uno de los sÃmbolos más poderosos del supremacismo blanco.
Uno de los seguidores de Trump se paseó a sus anchas por el Congreso con una enorme bandera confederada, el emblema del bando que defendió la esclavitud de los afroamericanos durante la Guerra Civil de EE.UU. (1861-1865).
“Creciendo en Georgia, veÃa esa bandera varias veces a la semana delante de casas, restaurantes y tiendas; era un sÃmbolo de odio que enviaba un mensaje simple: tú no eres bienvenido aquÃ. Esta es la primera vez que tuve que verla en mi lugar de trabajo“, escribió Josh Delaney, un trabajador afrodescendiente de la bancada demócrata en el Senado, en el diario The Boston Globe.
“Esto sà es Estados Unidos”
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Las escenas en el Capitolio dejaron en shock a cientos de polÃticos y comentaristas blancos en todo el paÃs, que repitieron que no podÃan creerse que ese episodio hubiera ocurrido en Estados Unidos, el faro de la libertad, el referente de la democracia.
Muchos confiaron en que solo fuera un último estertor de la convulsa Presidencia de Donald Trump, del racismo y el extremismo que ha alimentado durante sus cuatro años en el poder, y que en dos semanas el paÃs pudiera volver a ser el espejo en el que se mira el mundo.
Para muchos comentaristas afrodescendientes , sin embargo, ese discurso de la excepcionalidad estadounidense sonaba vacÃo, ignorante de la realidad que vive una minorÃa cada vez más amplia del paÃs.
“Esto (el asalto al Capitolio) es Estados Unidos. Esto siempre ha sido Estados Unidos. Si esto no fuera Estados Unidos, este intento de golpe no habrÃa ocurrido. Es hora de que afrontemos esta fea verdad, dejemos que cale hasta el tuétano de nuestros huesos, dejemos que nos mueva a la acción“, recalcó la escritora negra Roxane Gay en una columna en el diario The New York Times.