Beatriz Rodríguez, es directora de Estudios Penales de la Fiscalía. Foto: cortesía,
¿Por qué el país llegó a un nivel de corrupción como el que se vio durante la emergencia sanitaria?
La sociedad ha cambiado en muchos aspectos, como el social, económico y en la forma de delinquir. Actualmente ya no estamos frente a un robo, a hurtos o a violaciones, sino que nos encontramos dentro de un aparataje de criminalidad organizada, que se ha enquistado en el sector público.
¿Qué significa eso?
Que dentro del sector público tenemos funcionarios que han cometido varios ilícitos y estos se encuentran dentro de esa macrocriminalidad llamada corrupción. Entonces, lo que hemos visto es que ha emergido una nueva criminalidad con características muy distintas a la delincuencia común.
¿Cuál es la diferencia?
Por ejemplo, factores como la pobreza, hogares rotos o desórdenes mentales a los que se argüía el cometimiento de los atracos son particularidades alejadas a los delincuentes de cuello blanco. Hoy, ellos son personas que están en un alto sistema social. Es decir, ocupan cargos de poder en empresas privadas y públicas.
¿Con ese antecedente hay riesgo de impunidad?
Las personas de cuello blanco no tienen miedo a la ley. Son hombres de negocios que expresan un desprecio hacia la Ley o hacia el gobierno, porque social y económicamente han tenido un alto grado de impunidad en todo este tiempo. Pero en este momento se ven abocados a nuevas normas con las que se les está sancionado.
Pero en el país sí hay esa sensación de impunidad.
En Ecuador sentimos y vemos que las repercusiones caen solo en el delincuente bajo, pero actualmente los grandes corruptos han sido desenmascarados. Pero, por supuesto, muchas veces no reciben una sanción adecuada. Sí, reciben la pena privativa de la libertad, pero todas esas cuantiosas ganancias económicas conseguidas durante el cometimiento del ilícito no se pueden recuperar.
¿La autoridad se ve imposibilitada de aquello?
En Ecuador tenemos esa imposibilidad de poder llegar a los bienes del involucrado. Por eso existe ese sinsabor de impunidad. Actualmente tenemos una normativa que se llama el comiso para la recuperación de propiedades, pero esta no permite retirarlas cuando el delincuente se muere, huye o cuando tiene inmunidad para el proceso penal. No se puede continuar con la acción penal, no se puede llegar a una sentencia condenatoria y no se puede recuperar ese dinero.
Inmobiliar, por ejemplo, solo tiene tres bienes de la corrupción. ¿Por qué?
Si bien el fiscal hace un pedido de comiso, el que decide finalmente siempre va a ser el juez. Eso por eso que a través de la revista Perfil Criminológico n.- 28 hemos considerado importante que escriba un catedrático de Colombia, que hizo la ley modelo de extinción de dominio para los países de Iberoamérica. Él considera que la Ley de extinción de dominio es pertinente, para recuperar los activos. Solo así, el cometimiento del delito no será considerado un acto lucrativo para el autor. Esta revista de Perfil Criminológico precisamente difunde esto artículos relacionados sobre todo esos temas relevantes de derecho penal.
Hay un exministro del anterior gobierno que ofreció disculpas por la corrupción que cometió en el caso Odebrecht, pero no paga los dos millones de dólares que los jueces ordenaron transferir al Estado.
El mensaje que estamos enviando a las personas es que el crimen sí paga. Estamos diciendo que te arriesgas a cometer algo ilegal, pero que finalmente no te van a quitar ese dinero. Incluso sus herederos pueden tomar esos recursos.
Otro funcionario, que también fue condenado en el caso Odebrecht, salió de la cárcel, no paga la reparación al Estado y ahora se supo que trabaja como asesor en un gobierno seccional.
Es por eso que hacemos hincapié en el tema de la recuperación de activos. Si se le retira al delincuente todo el patrimonio ilícito obtenido difícilmente va a volver a delinquir con ese dinero. No va a poder usar ese dinero para cometer nuevas ilegalidades. Vamos a poder castigar de una mejor forma. Si decimos que la criminalidad organizada o los crímenes de cuello blanco, como señala la doctrina, son cometidos por empresarios, el fin último es obtener cuantiosas ganancias. Entonces, lo primordial es quitarles eso.