Cada cierto tiempo, sobre todo en épocas electorales, aparecen los inconformes con la dolarización, adoptada en el 2000 debido al pésimo manejo de la política monetaria en la década de los 90. Las emisiones inorgánicas de moneda nacional ocasionaron alta inflación y devaluación de la moneda local, lo que arruinó el salario de los trabajadores.
Uno de los principales argumentos para los detractores de la dolarización es que el país se quedó sin la posibilidad de implementar, a través de la política monetaria, medidas para reactivar la economía, como lo están haciendo ahora muchos países para contrarrestar los efectos de la pandemia.
Los principales bancos centrales han inyectado unos USD 12 billones (millones de millones) desde que empezó la pandemia del covid, con el fin de salvar a sus empresas, entregar ayudas a las personas y mantener funcionando el aparato productivo.
El Banco Central del Ecuador no puede emitir moneda, pero sí puede implementar otras herramientas que también forman parte de la política monetaria. Por ejemplo, realizar operaciones de mercado abierto, es decir, comprar papeles de empresas o instituciones para inyectar dólares en la economía y así reactivar la producción.
Pero lo anterior funciona si el Banco Central tiene recursos para ello. Hasta la semana pasada, la reserva monetaria rondaba los USD 5 600 millones, pero los pasivos monetarios sumaban 6 900 millones. Entonces, lo primero que se debe hacer es fortalecer la reserva monetaria.
Asimismo, la Junta de Regulación Monetaria y Financiera puede regular las tasas de interés para abaratar los créditos y reactivar la economía. En una economía dolarizada, las tasas de interés responden a los costos de fondeo de las instituciones financieras, los gastos operativos de la banca, el nivel de liquidez de la economía, el riesgo país, entre otros factores. En la actualidad se trabaja en una metodología que refleje mejor el costo del dinero.
La emisión de dinero no es una opción para Ecuador, a menos que quiera salir de la dolarización, lo cual no tiene sentido porque los problemas del país no se arreglan con mayor emisión de dinero. Incluso pueden empeorar, como ocurre hoy en países vecinos. El caso extremo es Venezuela, que lleva años emitiendo dinero sin respaldo y el efecto ha sido una inflación está hoy está en 3 300%; el dólar llegará pronto a un millón de bolívares. Por eso la gente prefiere ahorra o guardar los dólares.
Argentina es un caso menos dramático, pero ahí también está subiendo la inflación y la devaluación. La primera está en 37% anual y los ciudadanos están dejando de ahorrar en moneda nacional porque la tasa de interés que se paga es 34%, lo que supone una pérdida en términos reales.
Entonces, si la gente prefiere dólares en otros países, ¿por qué cabría pensar en dejar el dólar? A la dolarización hay que dejarla en paz y empezar a trabajar en los problemas reales de la economía. Si a la economía le va bien, a la dolarización también.