Las elecciones en EE.UU. del pasado 3 de noviembre del 2020 aún no tienen ganador. Fotos: REUTERS/ EFE.
Solo ha habido dos elecciones tan complejas en Estados Unidos como las que están ocurriendo ahora. La último fue en el 2000 y la primera en 1876.
Esta fue la primera elección tras la Guerra Civil y que ganó el republicano Rutheford Hayes, tras un acuerdo con los demócratas y que dio paso a las leyes Jim Crow en los estados demócratas del sur que avalaron la segregación racial.
En el 2000 la batalla por Florida entre George W. Bush –al final el ganador- y Al Gore (vicepresidente de Bill Clinton) debió resolverse en la Corte Suprema.
En este 2020 hay algunas cosas que hay que tomar en cuenta de lo que está ocurriendo o podría ocurrir.
Dos resultados distintos
Hasta este miércoles 5 de noviembre, se presentaban dos resultados electorales, pues no hay una autoridad electoral a nivel nacional que los anuncie. Todo se resuelve estado por estado.
Uno de los ellos proviene de The Associated Press, considerado el referente de las elecciones estadounidenses desde 1848. El demócrata Joe Biden tiene 264 votos, a seis de conseguir la Presidencia. El republicano Donald Trump, aspirante a la reelección, llega a los 214.
De la Associated Press siempre se le reconoció su rigor y hasta su cabeza fría. En el 2000 no proclamó ganador a Al Gore, cuando sí lo hicieron muchos medios, y el demócrata, luego de cinco semanas, debió reconocer que George W. Bush era el presidente electo tras el pronunciamiento de la Corte Suprema.
El otro proviene del Edison Research, que usan el New York Times o el Washington Post, creado en 1994 y en cuya página web afirma ser el único proveedor de encuestas a boca de urna en las elecciones desde el 2003. En estos medios, a Biden le falta algo más que seis votos, pues le da 253 al demócrata, mientras Trump sigue estancado en los 214.
¿Cuál es la diferencia? Pues que Associated Press ya le da Arizona a Biden, mientras que Edison Research le da como un estado en el que tiene ventaja.
¿Cómo actuaría la Corte Suprema?
Cuando Estados Unidos estuvo en la polémica por la decisión de Donald Trump para candidatizar a Amy Coney Barrett como jueza de la Corte Suprema ante el fallecimiento del ícono del progresismo Ruth Bader Ginsburg, el Presidente no tuvo ningún reparo en decir que la elección terminará en la Corte Suprema.
El equipo de campaña del Mandatario ha realizado algunas acciones judiciales en estados como Michigan y Pensilvania.
En el primer estado exigen que se pare el conteo porque los observadores republicanos no han tenido acceso a todos los centros.
En el segundo estado, Pensilvania, rechazan que se reciban los votos por correo postal hasta tres días después del 3 de noviembre, día oficial de las elecciones. Eso sí: los votos debieron ser depositados en los buzones hasta el martes pasado.
Si los republicanos llegan a la Corte Suprema, el gran debate girará en torno a cómo actuará, ahora que cuenta con una mayoría conservadora de seis jueces -dos puestos por Trump- sobre tres liberales.
El referente es el año 2000. Tras una cantidad de papeletas desechadas por el comité electoral de Florida -era un complejo sistema de papeletas perforadas- un tribunal del estado aceptó el pedido republicano de rechazar el reconteo de votos.
El Tribunal Supremo del Estado, revirtió la decisión. Los republicanos acudieron a la Corte Suprema que ordenó, el 9 de diciembre de ese año, detener el reconteo ante el daño que se le podría ocasionar a Bush, quien ganó los 25 votos electorales (ahora son 29) y que le dio la Presidencia al republicano.
¿Y ahora?
Por el momento, son especulaciones de cómo podría actuar la Corte Suprema si los casos llegan allá. Es muy difícil saberlo. Los ojos apuntan a qué hará Amy Coney Barrett. ¿Se recusará? No se sabe. La otra cosa que genera especulación es que el presidente de la Corte, John Roberts, un conservador, es alguien a quien no le gusta algo: la incursión del Gobierno –cualquiera que sea- en la Justicia.
Pero hay un hecho más: ya la Suprema Corte resolvió para este proceso electoral, en contra de la petición de los republicanos, que Pensilvania y Carolina del Norte pueden recibir las boletas por correo, incluso si la estampilla no está clara, hasta tres y nueve días después, respectivamente.
El voto por correo
Para Donald Trump, desde hace varias semanas, el voto por correo es “la mayor estafa en la historia de la política, creo” y dejó establecido que habría fraude -ahora lo asegura-. Pero en algunos estados, esta modalidad existe desde hace mucho tiempo. Es cierto que, por la pandemia del coronavirus, el voto anticipado (ya sea por correo o presencial) incrementó notoriamente hasta superar los 100 millones. En total, la participación fue de aproximadamente 150 millones de electores.
Trump y su equipo de campaña no dejan de denostar esta modalidad y se pasaron pidiendo a sus votantes que fueran a las urnas el 3 de noviembre. El Presidente incluso llegó a decir que voten por correo y que luego lo hagan personalmente para que sus votos puedan ser contados, a pesar de que es ilegal votar dos veces. Trump estaba convencido –y lo está ahora- de que millones de votos republicanos desaparecerían.
El tema aquí es el coronavirus, que en Estados Unidos ha sido causa de una profunda controversia política y el mayor tema de la campaña electoral en una población ya polarizada.
Trump y los republicanos han estado mayormente en contra de las medidas de restricción -cuarentenas, aislamientos e incluso el uso de la mascarilla-. Lo han manifestado abiertamente y hasta con armas en mano. Los demócratas, en cambio, han sido más cautelosos y cerraron estados y ciudades que gobernaban para frenar la expansión del virus.
Los demócratas son los que más votaron a través del correo postal para evitar los contagios. Es algo que se puede saber fácilmente porque en la mayoría de los estados, cada ciudadano debe registrarse como demócrata, republicano o Independiente.
El 3 de noviembre, cuando cerraron los colegios electorales, se contaron primeros los votos depositados ese día. Los que acudieron a las urnas eran mayormente republicanos, siguiendo los consejos del Presidente.
Los sobres fueron los últimos en procesarse y esos son los datos en que hacen que sea posible que Biden gane las elecciones.
En dos estados en donde Trump ganaba holgadamente, Pensilvania y Georgia, con el pasar de las horas, las diferencias fueron disminuyendo. En Georgia, del que se espera los resultados finales este jueves 5 de noviembre, la diferencia se redujo al 0,4%. Aún faltaban por contar unos cientos de miles de voto por correo de Atlanta y sus suburbios, esencialmente demócratas.
¿Es posible que Biden gane allí? Matemáticamente sí, al menos a las 10:52 del 5 de noviembre. Barack Obama no lo pudo hacer en sus dos elecciones en este estado donde se lleva a cabo el argumento de ‘Lo que el viento se llevó’ como epítome del sur esclavista de la Guerra Civil.
Pero Pensilvania es el que centra la atención de todos. Del holgado liderazgo de Trump, las diferencias se han ido acortando hasta un 2%. En la mañana de hoy, faltaban contarse cerca de un millón de votos por correo. Y Trump ganaba con 165 000 votos.
¿De dónde son esos votos por correo que faltan por contar?
De las dos ciudades más importantes y sus alrededores: Pittsburgh y Filadelfia. De los que ya se han contado, alrededor del 70% eran de Biden.
¿Es posible que Biden gane en Pensilvania? Es posible. De hacerlo, ya será suya la Presidencia. Solo que hay un problema: los resultados se podrían saber mañana, 6 de diciembre.
El voto latino
Se podría decir que los latinos son mayormente demócratas. Según el encuestador John Zogby, a nivel nacional, el 67% eligió a Biden y el 37 a Trump.
Según el Instituto PEW, el 59% de los latinos es mexicano; el 14% portorriqueño; el 5%, cubano, y el resto es de varios orígenes.
Esta diversidad explica el porqué de los distintos comportamientos. En Florida fue mayoritariamente para Trump, pero en Arizona para los demócratas.
En Florida, Trump tuvo un acierto en su campaña, dice Zogby: generar el miedo al socialismo, la palabra tabú para la comunidad cubana desde 1959, y ahora la venezolana con la llegada de la Revolución Bolivariana. También hay una buena población nicaragüense.
Pero en Arizona –también en algo Texas, donde ganó Trump-, la migración desde la frontera sur tiene otras explicaciones. Es discurso del Presidente, que acusa a los migrantes de delincuentes, violadores, narcotraficantes y mafiosos, no es tan bien recibido.
Hay una razón para que algunos latinos se inclinen por Trump, sobre todo si se es de Honduras, Guatemala y El Salvador. Les gusta que se proclame como el presidente de “la ley y el orden”. Es que muchos de ellos han huido de su país por la violencia, sobre todo la generada por las pandillas. Por eso, muchos de estos migrantes llegan en su condición de asilados al probarse que sus vidas corren peligro si vuelven.