Testimonio de Úrsula Strenge, presentadora de TV. Ella aún recibe tratamiento, luego de que le diagnosticaron melanomas malignos en su piel.
He tenido una conexión con el cáncer desde hace años. Mi abuela enfermó de cáncer al estómago y vi de cerca cómo se la llevó en pocos meses.
Por mi trabajo tuve mucha cercanía con Solca. Pero cuando me diagnosticaron melanoma maligno, en enero del año pasado, dejé de verlo como algo externo. Siempre hablaba del cáncer como algo ajeno, hasta que llegué a decir que me estaba pasando. Fue como divisarme desde otro lugar. Descubrí que tenía la enfermedad en una consulta de rutina. Tenía irritaciones en la piel y el doctor aprovechó para hacer una revisión exhaustiva y detectó un lunar extraño en mi espalda.
Hay ciertas características que hacen que un lunar pueda ser cancerígeno. El doctor me enseñó a ubicarlos con el ABCD: A, que sea asimétrico; B, que tenga bordes irregulares; C, que cambie de color; y D, que aumente de dimensión. El lunar en mi espalda era de varios colores, aumentó de tamaño y estaba asimétrico. Así que lo extirpó, pero no imaginé que sería algo malo. Mi piel siempre ha sido sensible y casi no salía al sol, más que por el tema médico por la parte estética. Con el sol me llenaba de ampollitas, me salían pecas o la piel se me enrojecía.
De los tipos de cáncer de piel, el melanoma es uno de los más complicados, dependiendo de la etapa puede llegar fácilmente a los ganglios y a un cáncer linfático, que es más difícil de tratar.
Mi melanoma estaba en la primera etapa, y era ‘in situ’, es decir localizado.
Dios permitió que lo descubriera a tiempo. No he tenido que hacer quimioterapia ni radioterapia, solo un control preventivo.
Mi hija pequeña no cumplía un mes cuando me dieron el diagnóstico. Fue difícil, porque cuando escuchas la palabra cáncer la asocias con muerte. Al inicio solo lo traté con mi familia. Luego reflexioné y pensé que no podía llevar ese mensaje solo a cinco personas. Decidí contar mi historia en un programa en junio, para hacer conciencia en la prevención.
Después del diagnóstico mi vida cambió totalmente. No salgo de 10:00 a 16:00, tengo que estar completamente protegida y cubierta y cada mes sigo un chequeo, también con asesoría de médicos del hospital MD Anderson, en Houston (EEUU), donde corroboraron el melanoma.
Con esta experiencia aprendí a conocer cada centímetro de mi piel: si un lunar creció, si cambió de color, de tamaño, examinar mi cuerpo es una rutina diaria.
A partir de ese primer lunar me retiraron otros. Este año me extirparon tres; uno volvió a salir melanoma maligno, lo que me obliga a ser más cuidadosa. Están en análisis dos más, pero confío y tengo fe que saldrá bien.
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