La firma tiene retrasos en la entrega de paquetes que ya fueron pagados por clientes. Foto: archivio / EL COMERCIO
Aída no ha recibido los marcadores y el reloj que pidió por Internet hace dos años y Diego espera desde marzo pasado el regalo de cumpleaños que le envió su novia desde España. Estas son algunas quejas del servicio postal de Correos del Ecuador.
Hasta septiembre pasado, la firma estatal registraba 997 920 paquetes en bodega, según un informe al que accedió este Diario. La mayoría de esos envíos, reconoció Correos, está represada desde el 2017 y lo atribuyó “al desconocimiento de los clientes sobre la forma de pago y retiro”.
Y dijo que procura informar al cliente de los pasos a seguir y el valor a pagar de USD 3,49.
Pero, incluso, clientes que pagaron ese valor no han recibido los envíos como Aída, quien canceló USD 6,98 por dos pedidos en marzo pasado.
La estatal reconoció que la emergencia sanitaria impactó en el servicio, aunque indicó que luego fue reabriendo sus agencias y ahora “labora de la manera más ágil posible”.
Si se multiplica USD 3,49 por los paquetes represados hasta septiembre, la firma ha dejado de recibir USD 3,5 millones en potenciales ingresos, aunque hay que considerar que no se conoce cuántos clientes pagaron y cuántos nuevos envíos se acumularon desde entonces.
Todo esto en momentos en que hay grandes necesidades de liquidez. Correos dijo que adeuda salarios a trabajadores de marzo, abril y mayo, por USD 1,5 millones. Para cubrirlos, enajenará dos edificios.
En un plantón realizado hace dos semanas en Quito, los trabajadores lamentaron el cierre de la firma y que no se haya continuado con el plan de mejora emprendido hace un año.
Ese plan era estructurado y tenía siete objetivos y cinco pilares, según un informe de fin de gestión de octubre del 2019, del exgerente Marco Cepeda.
Según esa información y testimonios de funcionarios contactados por este Diario y que pidieron la reserva, las dificultades para gestionar el ‘boom’ de paquetes del ‘e-commerce’ se dio, entre otras cosas, porque no había un inventario, la clasificación era manual y solo ubicar los encargos en bodega tardaba hasta 18 días por la gran acumulación de envíos.
El ingreso de la información del destinatario era principalmente manual, lo que generaba errores de digitación.
Con el plan se implementó una optimización de procesos para el aforo automático en Aduana y un sistema de inventario en bodega. Esto último con el uso de coordenadas que permitió la ubicación inmediata de los encargos.
Además, se diseño un proyecto para contratar un servicio de entrega con terceros para Quito, Guayaquil y Cuenca; y, así, garantizar que los envíos lleguen al cliente en máximo 72 horas. Para el resto del país se planteó la entrega en domicilio y pago en línea con tarjeta.
Con ello, se preveía mejorar los ingresos de la firma, que arrastraba deudas no registradas de años anteriores por USD 12,5 millones. Se analizaba vender inmuebles para tener liquidez, optimizar la plantilla y otras medidas. Pero, tras la salida de Cepeda a fines de octubre, el plan quedó trunco y no se aplicó más.
Correos justificó esto señalando que ese plan requería de un informe de situación de la firma y proyección al 2021, incluidos escenarios que iban desde la optimización hasta el cierre. El Directorio dio cinco días para entregar ese pedido, un plazo demasiado corto, según Cepeda, quien dejó la firma en esa época.
Por eso, dijo Correos, el Directorio no aprobó el plan y trabajó, tomando en cuenta el informe de Cepeda, en los escenarios. Y en mayo del 2020 se anunció el cierre.
“Había un plan estructurado para sacar adelante a la firma de 189 años de historia, pero no tuvo apoyo”, lamentó Cepeda.
El actual gerente de Correos, Mauro Intriago, justificó el cierre en el abuso y derroche de años pasados. Dijo que se invirtió en máquinas clasificadoras costosas que aún se pagan y que funcionan a un 3%; hay litigios millonarios por incumplimientos, y 900 empleados, aunque se requieren 150.
Para garantizar el servicio postal universal se buscará un operador privado. Esto es, el envío de cartas de hasta dos kilos, giros y paquetes de hasta 20 kilos, incluido lo rezagado. Sobre cómo un privado garantizará tarifas asequibles, Correos dijo que en la concesión, se fijarán “las condiciones”.