General Ramiro Ortega, director de Inspectoría General de la Policía Nacional, estuvo contagiado de covid-19 y se recuperó. Foto: Archivo / EL COMERCIO
El general Ramiro Ortega, director de Inspectoría General de la Policía Nacional, estuvo aproximadamente 50 días en cuarentena luego de contraer covid-19. El pasado martes 5 de mayo del 2020 recibió el alta médica. En una entrevista con este Diario, el oficial contó su testimonio:
“Por mi cargo en la Policía Nacional, tuve que viajar a las provincias de El Oro y Guayas para participar en diferentes comisiones. El 16 de marzo comencé con los síntomas: malestar en las amígdalas y tos. Inicialmente, la tarde de ese día, los médicos me diagnosticaron amigdalitis, pero en la noche cambió la situación de forma drástica.
Subí la temperatura considerablemente y me llevaron al Hospital de la Policía Nacional en donde me hicieron una radiografía del tórax y pulmones. Los galenos me indicaron que tenía una neumonía bacterial y me internaron. Me administraron medicamentos y el martes 17 de marzo me tomaron las muestras, dando positivo de covid-19 el jueves.
Me llevaron al Hospital Pablo Arturo Suárez en donde me atendieron bajo los protocolos de bioseguridad para coronavirus. Permanecí cuatro días en la sala 1, pero al recuperarme pronto me trasladé a mi vivienda para guardar reposo en aislamiento domiciliar.
Cuando estaba en casa no me sentía bien y tuve problemas de saturación del oxígeno. Nuevamente me ingresaron al Pablo Arturo Suárez por 10 días más y compartí habitación con 12 pacientes que en su mayoría se encontraban entubados, con ventilador. Lamentablemente, cuatro personas que estuvieron allí conmigo fallecieron por coronavirus.
En esos momentos, mi mayor preocupación era la salud de mi familia. Les hicieron exámenes a mi esposa y tres hijos y resultaron negativos, sin inconvenientes. Tampoco presentaron síntomas, lo cual me tranquilizó.
Mientras estaba hospitalizado me identificaba con el drama de los pacientes. En ningún momento perdí la conciencia y podía observar el dolor que sentían junto a sus familias. Era triste ver que morían las personas con las que compartía la misma sala.
Los médicos hacían lo posible para mantenerlos vivos y el virus ganaba la batalla. En mi caso, recibí el apoyo de mis familiares y amigos que me levantaban el ánimo. Siempre fui optimista de que todo iba a mejorar y no perdí la fe. Leía la Biblia y recibía constantes mensajes con energía positiva de mis allegados.
Todos los días, a las 16:00, nos conectábamos con mis parientes por zoom para rezar. Esa era mi fortaleza y le implorábamos a Dios para salir de la adversidad. 50 días pasé con problemas y me hicieron cuatro pruebas del covid-19. La primera fue positiva, la segunda negativa. En la tercera salí positivo y en la última ya se descartó la enfermedad. Emocionalmente estaba mal, también mi familia.
Mi hija de ocho años fue la que más sufrió, ella es muy apegada a mí. Eso me dio fuerza para soportar el estrés y la presión. También fue duro recordar que varios de mis compañeros policías han fallecido por coronavirus.
De todo esto queda un aprendizaje. En lo personal, creo que es una oportunidad de vida y un cambio en la forma de vivir. También en lo psicológico por lo que tuve que reponerme. Hay que cuidar la vida en todo sentido, también en la alimentación. La mejor enseñanza es valorar a la familia como lo más importante. Nuestros parientes nunca nos van a dejar solos cuando estamos en problemas.
Pido a la gente que se quede en casa y se cuide. Con responsabilidad saldremos de este problema que afecta a la humanidad”.
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