En varias de sus series fotográficas se detalla la presencia de formas en el asfalto. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Christoph Hirtz (Quito, 1959) tiene una fascinación por las texturas y las formas que irrumpen en medio de los paisajes cotidianos. Su mirada siempre se detiene en los objetos y las cosas ‘curiosas’ que aparecen en una calle, afuera de una casa o edificio, o en una vereda y que dan cuenta del particular paso del tiempo.
Cuando se encuentra con alguna ‘estructura’ que llama su atención se detiene, se acerca al lugar, desenfunda su cámara, hace un macroacercamiento para capturar el detalle y dispara. El propósito -cuenta- es captar las abstracciones que están en la realidad.
Las imágenes de este ejercicio, que no es nuevo en su dilatada vida como fotógrafo, se han convertido en las protagonistas de sus últimas exposiciones, sobre todo de ‘Arquitexturas’, que exhibió en la galería Mirador de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, y en ‘Fotosíntesis estructural’, la muestra que inauguró el sábado 14 de marzo, en la galería Sara Palacios.
Entre las imágenes de esta muestra hay una en la que aparece una pared de ladrillos rojos con un hueco, que inicialmente fue pensado para poner una ventana, pero que también está cubierto con otros ladrillos. “Para mí, esta imagen -dice- puede ser leída como esa necesidad que tenemos los seres humanos de encerrarnos, de siempre cercar nuestros espacios personales”.
En una de las fotografías que más llaman la atención aparece una piedra gigante cubriendo la entrada de una casa. Esta imagen dialoga con otra serie de fotografías de una casa ubicada en Santo Domingo, que fue cerrada para el acceso de las personas, pero que fue invadida por la vegetación.
“Algo que siempre digo es que si uno no aprovecha el momento en el que ve algo para capturarlo, lo más probable es que para la próxima vez las condiciones de luz o la posición de los objetos cambie”.
La exposición, curada por Sara Palacios y Humberto Montero, también incluye una serie dedicada a las huellas que aparecen en el asfalto, fotos que a lo lejos se confunden con imágenes de cuadros abstractos, y otras en las cuales aparece su interés por los juegos de luz y de sombras, en esta ocasión protagonizados por dos escaleras.
Cada una de las fotografías está acompañada de pequeños textos escritos por Montero, quien también decidió el nombre de la muestra. En el texto que acompaña a la imagen de la piedra gigante se lee: “Perdón, ¿hay alguien en casa? Toc, toc… ¡O es que son de piedra y no oyen”.
Hirtz cuenta que el nombre tiene que ver con la idea de que a través de la luz de la cámara se genera una especie de fotosíntesis que transforma los objetos. Hay esta idea de que la cámara es un ser que capta nuevas realidades”.