Raúl Guarderas está parado en el patio de su hogar, un caserón de los años 20 empotrado en el extremo sur del barrio La Mariscal. Junto a él está su esposa, María del Carmen Albuja y sus cinco hijos.
Mientras rasca la barba frondosa que cubre su cara, mira hacia la bodega que está en el fondo, esa que antaño había servido para almacenar productos agrícolas, y exclama: ¡No sería lindo hacer un teatro!
La imagen es de finales de los años 70 y quien la rememora, como si estuviera viendo una foto en blanco y negro, es Juana Guarderas, una de las hijas de Raúl, el fundador, junto a María del Carmen, del Teatro Patio de Comedias, uno de los primeros espacios independientes dedicado a las artes escénicas, que apareció en Quito.
Desde que la familia Guarderas-Albuja se instalara en esta casa, ahora una rareza arquitectónica que se mantiene en pie a la sombra de los edificios que la rodean, las actividades artísticas, culturales e intelectuales que se desarrollan en su interior no han parado.
María del Carmen, por ejemplo, convirtió la buhardilla en un especie de centro cultural donde decenas de mujeres asistían a talleres de historia del arte, de literatura y filosofía. En la sala, Raúl ensayaba obras de teatro y los amigos de ambos grababan películas o rodaban pilotos de programas de televisión en sus pasillos.
La primera década del Patio de Comedias se inició con la obra ‘Representando a Karim’, interpretada por Mariana Acosta y Miguel Ordóñez y dirigida por Guillermo Tobar.
Pero el plan inicial de sus padres, cuenta Guarderas, era que el espacio se inaugurara con ‘En los ojos vacíos de la gente’, una pieza inspirada en la vida de Dolores Veintimilla.
“La muerte inesperada de Rosario Mera, la actriz que tenía el papel principal, lo trastocó todo. Finalmente, la obra se presentó en el Patio años más tarde. Entre las actrices de esa obra estuvo Martha Ormaza”.
La programación de esta década estuvo a cargo de María del Carmen, quien logró que las mujeres que habían sido parte de los talleres de la buhardilla y sus familias se convirtiesen en un público fiel. Entre las obras que se presentaron en esos años están ‘La familia Blitz’, ‘Querido mentiroso’, ‘La señorita Julia’, ‘Retablo jovial’, ‘El canto del cisne’ y el ‘Jardín de los cerezos’.
A la influencia del trabajo dramatúrgico de Paco Tobar García se sumó la de Miguel Campos, que presentó ‘Medardo punk’. Guarderas cuenta que la obra impactó tanto que hurgaron en todo lo que había escrito. Entre esas búsquedas dieron con un texto al que Campos todavía llama un juguete escénico, cuyo nombre es ‘La Marujita se ha muerto con leucemia’.
La obra marcó el devenir de este teatro durante la década de los 90. En principio fue programada para estar en cartelera durante seis semanas, pero tuvo su última función en el 2017. “La obra ayudó a diversificar el público que hasta ese momento llegaba hasta el Patio”, apunta Guarderas.
Otra de las personas que refrescaron la actividad del teatro fue Peky Andino. El dramaturgo quiteño presentó ‘Kito kon K’, una pieza que contaba con la participación de Sal y Mileto, una banda que luego realizó varias presentaciones y que atrajo a la movida roquera.
A finales de los noventa, el Patio se convirtió en una extensión del Festival de Manta y en las últimas dos décadas se abrió a las presentaciones de danza, dio paso a los miércoles alternos y descubrió el interés que los nuevos públicos tienen por el stand up comedy.
Cronología
Primera década
Raúl Guarderas
Junto a María del Carmen Albuja fundó este espacio, en 1980. La primera obra que se montó fue ‘Representando a Karim’.
Segunda década
Segunda década
Las Marujas
Una de las obras icónicas de esta década fue sin duda ‘La Marujita se ha muerto con leucemia’. El director fue Guido Navarro.
Tercera década
Miércoles
Los miércoles alternos se convirtieron en un espacio, para que lleguen nuevos públicos y nuevas expresiones artísticas.
Cuarta década
El Stand up
Este género se convirtió en uno de los más populares de estos años. Entre los comediantes destacados está ‘El Ave’ Jaramillo.