La estación San Francisco, ubicada frente a la plaza del mismo nombre, tendrá balcones para admirar el Centro. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Por adentro fue vaciada por completo. Se tumbaron las paredes y pisos y solo se mantuvieron en pie los muros exteriores de adobe con ladrillo y el techo de teja. Como si fuera el cascarón de un huevo, la fachada de la casa patrimonial ubicada en las calles Sucre y Benalcázar se conservará intacta. Por allí se ingresará a la Estación San Francisco del Metro, la única de las 15 paradas de este sistema de transporte a la que se ingresará por una casona.
La entrada principal aún conserva el letrero que advertía de un negocio que funcionó en ese lugar por años. “Sastrería Juan José León”, se lee. La vivienda fue construida a mediados del siglo XIX. El historiador Alfonso Ortiz cuenta que fue la casa del abuelo del gran historiador del arte quiteño José Gabriel Navarro. Se trató de una morada que sufrió grandes transformaciones conforme la ciudad creció.
A mediados del siglo XX, cuando la zona de San Francisco se volvió comercial debido al desarrollo del mercado de Santa Clara, la casa fue intervenida para que funcionaran locales comerciales. Se hicieron adecuaciones en su interior, incluso se construyeron gradas improvisadas. Allí operó una casa financiera, un local de venta de encajes y botones, un restaurante… Hoy es el acceso principal a la parada más profunda del Metro.
El lugar contará con un pasillo en el segundo piso, para que la gente pueda salir a los balcones y admirar el Centro Histórico. Uno de los mayores retos de la construcción del Metro fue intervenir en esta casa antigua y evitar que se desplomara. Lo primero que se hizo fue sujetar la fachada (de 60 cm de espesor) con una estructura de hierro. En la parte interna hay planchas metálicas que hacen las veces de muro de contención. Las columnas también se conservan y están siendo reforzadas. Los ingenieros que trabajan en la obra explican que las paredes no se derrocaron sino que se desarmaron, eso implicó un proceso más cuidadoso: fueron cortadas con equipos que funcionan con hilos de diamante.
Desde el suelo hasta la parte más alta del techo hay cerca de 12 metros de altura. Los muros de contención son un tejido de hierro de cerca de 1 metro de ancho. Trabajan con varillas de 32 pulgadas, tan gruesas como el palo de una escoba. Las paredes, además, tienen otro sistema de sujeción. Se trata de una especie de plancha de metal que cumple las veces de encofrado, pero que no se retira sino que se queda entre la fachada y el muro de contención, esto la hace más resistente. A manera de broma, los trabajadores aseguran que durante un sismo, no habrá en Quito lugar más seguro que ese.
La estación San Francisco tiene una salida hacia la 24 de Mayo. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
Contará con gradas eléctricas y fijas por donde se bajará -por tres niveles- hacia los rieles en donde circula el tren. El lugar está lleno de trabajadores que se encargan de soldar, cortar y martillar. Esta es una de las pocas estaciones desde donde todavía sale tierra.
Edison Yánez, gerente general del Metro, indica que la parte más complicada de esta intervención fue lograr que Patrimonio les diera los permisos para trabajar, dada su condición de casa patrimonial. Obtener eso tomó 10 meses. Esta parada y la de la Universidad Central son las dos que menos avance registran. Se tiene planificado que la construcción termine en marzo del 2020.
Construir una de las paradas del Metro cuesta USD 37,5 millones, pero esta vale USD 45,3 millones, lo que la convierte en la segunda más cara del sistema. La primera es la de Solanda, que es la más larga.
Esta será la única estación que se conectará con un andén por medio de un túnel peatonal. Es un pasillo de conexión entre el viaducto de la 24 de Mayo y San Francisco, que mide 270 metros y que permitirá a las personas cruzarlo en dos minutos y abordar el tren. El túnel está listo y cuenta con dos senderos, donde se colocarán pasillos rodantes para comodidad de la gente.