Freddy Torres es especialista en VIH, del Hospital Carlos Andrade Marín, del IESS. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Ellos, a diario, se ponen cara a cara con el VIH. Pero no le temen, lo enfrentan con la idea de brindar el mejor tratamiento a quienes tienen el virus. Son médicos especializados, que no solo luchan por salvar vidas sino contra prejuicios.
Si bien todo médico mantiene en reserva la información sobre sus pacientes, ellos son aún más cuidadosos y buscan que sus consultas sean un espacio amigable. Tratan de que los portadores entiendan que este virus no significa muerte.
El martes pasado Freddy Torres, internista y especialista en VIH, recibió a su paciente con un estrechón de manos. Enseguida le preguntó sobre su estado de salud y luego le dio una noticia: “Tu virus ahora ya es indetectable. Todo está más tranquilo”.
Resultados así se logran con un trabajo en equipo. Para lograrlo, el galeno debe ganarse la confianza del paciente que, a la vez, tiene que mantenerse en tratamiento constante.
Por ello, Torres pregunta, en cada chequeo, “¿estás tomando tus medicamentos?; ¿cuando tienes relaciones sexuales te estás protegiendo?
Si la respuesta es positiva, el médico se tranquiliza y sigue con la consulta.
Caso contrario, les explica sobre la necesidad de seguir sus indicaciones.
En la casa de salud en la que labora Torres: el Hospital Carlos Andrade Marín, del IESS, hay 3 200 seropositivos; 3 000 están en controles trimestrales y reciben un tratamiento completo, con antirretrovirales.
En el país hay al menos dos tipos de especialistas que tratan el tema: infectólogos (66 galenos) e internistas (886). El total de médicos fue de 27 917, según el INEC, en el 2017.
No es fácil tratar el VIH. Aún hay prejuicios y discriminación social, incluso dentro del gremio de la salud. Torres reitera que los especialistas deben quitarse los tabúes. “No nos contagiaremos por dar la mano o por un estornudo”.
Una visión similar tiene la internista Malena Camacho. Ella también es especialista en VIH y labora en el Hospital Eugenio Espejo, en donde hay más de 2 000 personas en tratamiento. La médica estudió esta especialidad, para ayudar al paciente a reintegrarse nuevamente a sus actividades diarias.
Cristina Moreno se desempeña como infectóloga del Hospital de Especialidades de las Fuerzas Armadas. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO
No es una meta sencilla; requiere de un trabajo en equipo. Los psicólogos, por ejemplo, se encargan de preparar a la persona para su nueva vida.
Los infectólogos o internistas deben detallar la frecuencia de los controles, exámenes, medicamentos y otros. “El portador debe estar muy bien preparado e informado”.
Ella coincide en que el VIH es como una enfermedad crónica, que debe tener un seguimiento constante. Si hay un tratamiento oportuno, la expectativa debe ser alta. “La esperanza de vida de una persona sana es de 70 años; igual en un paciente con el virus”.
Para esta médica, lo más duro de enfrentar el VIH es el desconocimiento. En el país no se conoce sobre el virus, por lo que estudió para estar preparada y salvar más vidas.
Los especialistas también están pendientes de la realización de exámenes médicos integrales. Cada seis meses, el paciente debe medir su carga viral y defensas (CD4). Ayuda a prevenir el aparecimiento de enfermedades oportunistas, como hepatitis o tuberculosis, que provocan la muerte.
Torres reconoce que en varias oportunidades ha perdido la batalla. Sus pacientes han fallecido. No llegaron a tiempo o no tomaron los fármacos.
Pedro -nombre ficticio- era un joven de menos de 30 años que llegó con una alta carga viral. Torres y su equipo trataron de reanimarlo y realizaron los procedimientos para salvarlo. No lo lograron. “Simplemente nos dijo que estaba muy cansado y que ya no aguantaba. Esto nos impacta, pero tampoco nos detiene, hay que seguir”.
Más aún si se trata de adolescentes que adquirieron el virus. Torres recuerda que el paciente más joven que ha tratado fue un chico de 14 años. Él fue violado y así contrajo el virus. Afortunadamente, accedió al tratamiento y ya está controlado. Hoy, el joven estudia y sigue con su vida normal.
Cristina Moreno es líder del Servicio de Infectología del Hospital de Especialidades de las Fuerzas Armadas. Ella es parte la clínica de VIH, donde se atiende a 200 personas. Lo más doloroso en sus consultas -relata- es ver a jóvenes que llegan por tratamientos profilácticos. Sirven para prevenir el aparecimiento del VIH, tras una relación sexual peligrosa y sin protección. “Son personas reincidentes; no se protegen”.
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra este mal, para prevenir la propagación del virus.