Los habitantes de La Colina despejaron las barricadas de los manifestantes, quienes intentaron atacar a la Espe. Foto cortesía Gabriel Galán, Conjunto Azcúnaga
Dicen que el miedo paraliza, pero ante situaciones extremas es un impulso.
El fin de semana pasado, la violencia y el caos reinaron en Quito. La ciudad llegó a tal descontrol que el Municipio registró 93 bloqueos viales en todo el Distrito. Había disturbios, ataques, intentos de saqueo y vandalismo por todas partes.
Este fue un paro distinto. Las protestas que usualmente se concentran entre El Arbolito y el Centro Histórico, por nueve días se ampliaron a Carapungo, Oyacoto, varios puntos de la avenida Maldonado y poco a poco se multiplicaron.
Aterrados y extrañados, vecinos de Los Cipreses, El Condado, Cumbayá, Carcelén, Nayón, entre otros sectores, pasaron de encerrarse en sus casas a reunirse en las calles para vigilar y, de ser necesario, defenderse de los ataques.
Grupos de WhatsApp que antes no existían o se usaban para hablar de cuotas o recolección de basura fueron canales para planes de protección.
El ambiente ya era extraño desde el 9 de octubre en el Quito Tenis, relata Beatriz Racines, del conjunto Azcúnaga. Personas en moto merodeaban por Teleamazonas y eso se intensificó la mañana del sábado, 12 de octubre del 2019. Cuando salió a hacer compras con Lisa Abcarius, encontraron gente obligando a otros a cerrar sus negocios y usaron WhatsApp para alertar las novedades.
“Fue fácil ponernos de acuerdo en medidas de seguridad. Si un carro iba a salir, debía avisar para vigilar que nadie extraño se colara y la puerta pequeña debía estar bien cerrada”, dice Tamara Martínez.
Nadie había cocinado y por eso su primera acción en grupo fue armarse de palos y fierros y salir en familia a comprar pollos en el único local abierto. Ese momento llegaron más extraños a Teleamazonas.
Grupos de WhatsApp que antes no existían o se usaban para hablar de cuotas o recolección de basura fueron canales para planes de protección para los vecinos en barrios de Quito. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Vecinos del barrio Quito Tenis hicieron una marcha el domingo 13 de octubre del 2019, vestidos de blanco. Foto cortesía
Luisa Espinosa se quedó a comprar huevos en una tienda y tuvo pánico cuando dos motos y tres camionetas pasaron con gente en actitud agresiva. Un joven venezolano, en otra moto, la haló y la protegió hasta que pasó el riesgo. Unas mujeres amenazaron al esposo de Martínez: “Cuidado con defender al canal 4”. Poco después, desde sus casas vieron las llamas y los videos en redes confirmaron su miedo: la turba había atacado al canal y los gases lacrimógenos que lanzó la Policía la dispersaron.
“Nuestro pensamiento fue simple: los que vivimos atrás estamos seguros, pero las cuatro casas de adelante están expuestas: comprometámonos todos a salir”, relata Gabriel Galán. Eran 15 al inicio y poco a poco, vecinos de edificios y casas cercanas se sumaron con martillos, bates y hasta un palo de golf. La consigna era “nadie pasa por aquí” y formaron barricadas humanas y caninas. También salieron mascotas.
A los vándalos que huían de la Policía no les quedó más remedio que buscar otras rutas de escape. A las 20:00 sonaron las cacerolas y se armó una marcha. Hasta la medianoche nadie que no viviera ahí podía pasar al barrio. En la calle Azcúnaga, los vecinos pudieron protegerse; solo un grupo logró invadir un edificio cercano, donde aún no se habían organizado. No tienen reportes de otros ataques a casas.
Con el temor aún patente, hicieron una marcha el domingo, vestidos de blanco. Una mujer sacó servilletas que todos ondeaban en señal de paz. Ahora, en el chat se acuerdan reuniones para programar más medidas de autoprotección en conjunto con los policías comunitarios, quienes esa noche les agradecieron a los vecinos por ayudarles a recuperar el orden.
Sebastián Espinosa, otro vecino, recuerda que sin necesidad de confrontación sino solo haciendo presencia, pudieron dispersar a los agresores y Luisa complementa: “Si no nos organizábamos y salíamos, nos hacían pedazos”.
Los vecinos de Azcúnaga evitaron que quienes protagonizaron disturbios afectaran las casas y negocios del barrio. Foto cortesía José Luis Moreno, Urbanización La Colina
En el cantón Rumiñahui, habitantes de la urbanización La Colina, que colinda con la Espe, enfrentaron a manifestantes que bloquearon la avenida General Enríquez el domingo. Ellos llegaron porque se corrió un rumor de que el presidente Lenín Moreno estaba ahí.
El chat de 300 integrantes que representan a los 500 lotes del conjunto se activó para demostrarle a la gente que los vecinos estaban unidos y no permitirían invasiones, relata José Luis Moreno.
Con baldes de agua y extintores de los autos, los vecinos apagaron el fuego de las barricadas que hicieron los manifestantes. Mientras pudieron, los mantuvieron a raya.
En la urbanización La Colina esperan no tener que volver a protegerse en familia de ataques en la calle. Pero quieren estar preparados para cualquier amenaza. En la foto, el momento cuando hubo enfrentamientos en la ESPE. Foto cortesía José Luis Moreno, Urbanización La Colina
Pero lo más emotivo fue esa especie de “calle de honor” que según Moreno armaron los vecinos para los militares que en camiones y a pie avanzaban, con las manos arriba, diciendo que también eran pueblo y que no querían hacer nada. “Fue bastante conmovedor, a algunos se les iban las lágrimas mientras nosotros les aplaudíamos”.
Pero más adelante hubo enfrentamientos. Los vecinos hicieron fogatas con eucalipto para disipar el gas. En la lluvia, algunos se quedaron a proteger a los demás, bajo ponchos de agua. El chat se llenó de fotos y videos, incluyendo las alertas de un vecino que monitoreaba todo con un dron. Los jóvenes hicieron desde ese día otro chat, para idear más mecanismos de protección y no alarmar a los mayores.
En La Colina esperan no tener que volver a protegerse en familia de ataques en la calle. Pero quieren estar preparados para cualquier amenaza, incluso la natural, pues están en zona de riesgo por el Cotopaxi.