Los estudios en la provincia peruana de Jaén, sobre todo en Montegrande (foto), y en la provincia ecuatoriana de Zamora Chinchipe (Palanda) son realizados de manera conjunta. Foto: Heinz Plenge
Investigaciones arqueológicas realizadas en la cuenca amazónica durante los últimos años han demostrado que la visión tradicional del mundo amazónico es poco realista y que, desde el siglo XVI, está cargada de prejuicios propios del mundo occidental. Los estudios arqueológicos realizados en la cuenca hidrográfica del Mayo Chinchipe-Marañón, desde la década del 2000, han aportado pruebas muy concretas del desarrollo de una alta civilización temprana en la Alta Amazonía, que hoy comparten las repúblicas del Ecuador y del Perú.
Las nuevas evidencias demuestran que la zona fue ocupada desde hace más de 5 000 años por una sociedad que supo transformar su medio, domesticando varios productos para su sustento cotidiano, y que mantuvo interacciones continuas con otros grupos humanos que vivían tanto en la Serranía andina como en la Costa del Pacífico.
Los estudios realizados por un equipo de arqueólogos franco-ecuatorianos en la provincia de Zamora Chinchipe (Convenio de cooperación científica y asistencia técnica IRD/NPC) han descubierto una nueva cultura precolombina, denominada Mayo Chinchipe. Esta fue contemporánea con la cultura Valdivia de la Costa del Pacífico y probablemente fue el origen de la cultura Catamayo, estudiada en la provincia de Loja en la década de 1970.
Valdez y Quirino, en Montegrande, el mes pasado. Foto: Ana Sofía Valdez.
Fechas de radiocarbono obtenidas en varios sitios y contextos arqueológicos sitúan a esta cultura entre el 5500 y el 2200 antes del presente (3500 / 200 antes de Cristo). La cultura Mayo Chinchipe es la manifestación más antigua en el Ecuador de la civilización amazónica al este de los Andes. Al otro lado de la frontera geopolítica moderna, el equipo de arqueólogos peruanos ha descubierto las huellas de esta misma civilización a lo largo del bajo Chinchipe hasta su desembocadura en el río Marañón. Varios sitios importantes han sido descubiertos y algunos estudiados en profundidad, y confirman que estos pueblos manejaban una misma cosmogonía expresada en una cultura material muy depurada. El trabajo conjunto de los dos equipos de arqueólogos está llevando a la comprensión de esta antigua civilización y de sus nexos milenarios con la Baja Amazonía, así como con la Costa del Pacífico. El descubrimiento de esta nueva cultura precolombina demuestra que los pueblos amazónicos no vivían, como en la actualidad, aislados dentro de la selva, sino que interactuaban de manera regular con otras comunidades asentadas en el Altiplano andino y en la Costa del Pacífico. Las evidencias estudiadas en los sitios Santa Ana-La Florida (Palanda, Ecuador) y Montegrande (Jaén,-Perú) demuestran que estos pueblos fueron el origen de muchos rasgos culturales hoy atribuidos a la Civilización Andina.
Costumbres como la fabricación de recipientes cerámicos o de piedra pulida con representaciones mitológicas revelan la fuerza cósmica de la selva amazónica con las figuras sagradas del jaguar, el águila arpía, la serpiente o el caimán. Otras costumbres importantes son: el uso ritual de alucinógenos para inducir visiones de las otras esferas del universo; la masticación de la coca; el consumo de bebidas fermentadas como la chicha de maíz, yuca y cacao. A esto se añade el uso de una arquitectura monumental, planificada y estructurada, para acoger a grandes concentraciones humanas en ceremonias cívico-religiosas. Arquitectura que incluía plataformas escalonadas, patios o plazas hundidas y áreas residenciales adyacentes.
La perfección en el trazado y en la ejecución de estas obras implica la existencia de personas especializadas en el uso de diversos materiales, con una tecnología avanzada, tanto en la ingeniería como en la alfarería, en la lapidaria y en la textilería. Los ritos funerarios de ciertos personajes de la élite han plasmado los usos y costumbres de esta antigua cultura, al mismo tiempo que dan información explícita sobre sus costumbres alimentarias y sus creencias religiosas. Las ofrendas que acompañaban a los muertos son ricas muestras del desarrollo tecnológico y estético que poseían.
La información obtenida de los trabajos arqueológicos a los dos lados de la frontera entre Ecuador y Perú demuestra que los pueblos de la Alta Amazonía poseían todos los rasgos de una civilización madura y que servía de intermediaria con los pueblos de la Sierra y de la Costa. Es por ello que nutrió y se enriqueció con los saberes compartidos por muchos pueblos precolombinos. Los pueblos originarios de la Amazonía fueron generadores y participaron en la construcción de lo que hoy se denomina Civilización Andina.