La actitud timorata de América Latina frente a la tragedia humana de Venezuela es realmente penosa. Hay múltiples declaraciones y reuniones, pero la magnitud del descalabro exige acciones concretas. El Pacto de San José y la Carta de Riobamba son base legal suficiente.
La tragedia de la patria de Bolívar producto del socialismo del Siglo XXI instaurado por Chávez y continuado por Maduro, ha llevado al otrora país más rico de América Latina a una situación desesperada de hambre, muerte, miseria e inseguridad, sin precedentes en la región. Más de 5 millones de venezolanos habrían abandonado su país debido a la falta de alimentos y medicinas y el colapso de los servicios públicos, especialmente educación, salud, agua potable y energía eléctrica.
Agréguese la inseguridad, que ha convertido a Caracas en una de las ciudades más peligrosas del mundo por su altísimo número de asaltos y homicidios. Y todo ello mientras una cleptocracia proterva ha robado a su país, con un descaro inaudito, una cifra que bordearía un billón (1 millón de millones) de dólares. La torpeza e ineptitud de los actuales gobernantes corre a la par con su ilimitado afán de apropiarse de lo ajeno. De 3 millones de barriles diarios de petróleo que producía Venezuela antes de Chávez y Maduro, hoy apenas llega a 750 mil barriles. Esta es la única fuente de divisas para atender las necesidades de sus ciudadanos, porque también, como consecuencia del régimen chavista, han cerrado más del 90% de las empresas agrícolas, ganaderas e industriales. Ecuador, junto a Colombia, Perú y Chile, son los países que han acogido a la mayor parte del éxodo venezolano. Solamente en Ecuador estarían alrededor de 500 mil ciudadanos que, más allá de la obligación moral de recibirlos, agravan la contracción económica que sufre el país y congestionan escuelas y hospitales públicos.
América Latina está obligada a poner punto final al gobierno ilegítimo, tramposo, incapaz y autoritario de Maduro. Ha resultado imposible llegar a acuerdos con ese régimen para restablecer la democracia en Venezuela. Con la conducción de la dictadura cubana, que lleva 60 años en el poder, Caracas ha engañado a cuanto ingenuo ha tratado de mediar para lograr una salida concertada: Desde el Vaticano, pasando por algunos ex jefes de Estado de la región, hasta el sui géneris José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidente del gobierno de España, han fracasado rotundamente en lograr fórmulas para que Maduro y su banda abandonen el poder y se entregue a quien libre y democráticamente sea elegido por los ciudadanos venezolanos. Y no podía ser otro el resultado, porque la “revolución cubana” tiene amplia experiencia en cómo aferrarse al poder por seis décadas y mantener en la miseria al país que, hasta la década de los 50 del siglo anterior, fue el más desarrollado de América Latina.