Lo que hacen las prefecturas de Pichicha e Imbabura, y el Municipio de Ibarra es lo que se necesita para afrontar la masiva migración de los venezolanos en el país.
Sí, es necesario su involucramiento en este fenómeno, que compete a todos; es decir, no solo al Estado central, sino también a los gobiernos locales -sean municipios, prefecturas y juntas parroquiales-.
Pero no solo ellos. Es indispensable que otros actores se sumen a esta tarea, como instituciones privadas, fundaciones de ayuda social y otras organizaciones. Ya lo están haciendo organismos internacionales con sus programas de atención y recursos financieros. El Estado también está presente, pero no es suficiente.
En el país ya hay 300 000 venezolanos y se espera que cerremos el año con 500 000 migrantes, según las estimaciones de Acnur.
Todos ellos requieren atención: desde lo básico, como salud, educación, alimentación, hasta un empleo, una vivienda; y también sentirse parte de este país, porque finalmente van a hacer sus vidas aquí.
Las prefecturas de Pichincha e Imbabura tienen su departamento de movilidad humana, que da atención a los migrantes. Pichincha tiene experiencia desde el 2010. La Coordinación de Movilidad Humana, como se llama la oficina, ha atendido a personas en situación de movilidad de 59 países. Les ha dado apoyo sicológico, asesoría jurídica y otras asistencias.
La Prefectura de Imbabura trabaja en temas de sensibilización, para buscar la integración de los ecuatorianos con los migrantes. Por ejemplo, se dictan charlas contra la xenofobia y el acoso en las unidades educativas de Ibarra, que tienen una alta población de estudiantes venezolanos. El Municipio de Ibarra cuenta con un programa de acogida temporal y el Centro de Atención Terapéutica Especializada para Víctimas de Violencia.
Ahí hay tres ejemplos de lo que se puede hacer para apoyar a los migrantes, pero es preciso que todos se articulen.