El alcalde de Riobamba, Napoleón Cadena, y los dirigentes de las parroquias participaron en el ritual andino. Foto: Cristina Márquez / EL COMERCIO
El bastón de mando que reciben las autoridades electas por las comunidades es un objeto personalizado y único. Se elabora con madera de quishuar o de capulí y lleva tallado un símbolo andino que representa una cualidad del gobernante que lo recibe.
Fabricarlo es un proceso laborioso. El yachak de la comunidad selecciona la madera del árbol y talla el bastón a mano, luego entrega una ofrenda para pedir a las deidades que lo recarguen de fuerza y energía.
“Ningún bastón de mando se parece a otro. Cada uno se hace especialmente para el dirigente que lo va a recibir”, explica José Parco, un investigador indígena de Chimborazo.
Las cintas de colores que decoran el bastón también se seleccionan de acuerdo con la personalidad de su portador, y los símbolos tallados se escogen según el tipo de autoridad que ejercerán.
Una chakana, por ejemplo, es un símbolo de planificación y gobernabilidad sobre un territorio y se coloca en el bastón que reciben los alcaldes o prefectos. Otras autoridades, como dirigentes de iniciativas educativas o yachaks, reciben un bastón decorado con una serpiente, que simboliza la sabiduría.
El mes pasado, en Chimborazo, hubo decenas de ceremonias. Alcaldes, concejales, prefectos y dirigentes de las juntas parroquiales recibieron los bastones de mando para iniciar su administración.
Los habitantes de las parroquias rurales de Riobamba escogieron el cráter del Tulabug, un pequeño volcán extinto, para entregar el bastón de mando al alcalde Napoleón Cadena. El evento tuvo una concurrencia masiva y fue presidido por el yachak Jaime Pilatuña.
Él trazó una chakana con pétalos de flores y frutas, y bendijo el bastón con incienso antes de entregarlo a su dueño.
“Todas las palabras que decimos aquí son augurios de lo que esperamos del alcalde. Es una especie de plegaria que le dedicamos a Kapak Jocha, pedimos para la autoridad fuerza, sabiduría, inteligencia, claridad y justicia para gobernar”, explica Pilatuña, de 67 años.
En Guamote, un cantón situado al sur de Chimborazo, también hubo una ceremonia dedicada a las nuevas autoridades. Delfín Quishpe recibió un bastón tallado en madera de capulí y la bendición del yachak Manuel Pumaquero.
“Es importante iniciar la gestión visibilizando nuestras creencias y costumbres”, dijo Quishpe durante la ceremonia.
Además del bastón de mando, él recibió también un acial, una especie de látigo que forma parte de la vestimenta originaria de la cultura Puruhá y representa la rectitud.
Según Parco, la entrega del bastón de mando tomó impulso en los últimos 30 años y es una tradición que surgió como parte de la simbiosis cultural que se originó en la conquista. El bastón de mando es una versión indígena del cetro de mando que utilizaban los reyes europeos y se relaciona con la vara de oro que usaban los reyes indígenas al fundar sus territorios.
“El bastón de mando empezó a entregarse a las autoridades democráticas de las comunidades. Este símbolo solo lo reciben quienes cuentan con el apoyo de la comunidad y han demostrado sensibilidad y compromiso con la gente”, explica el investigador.
La ceremonia se inicia con la entrega de la vestimenta originaria que previamente se manda a tejer para la autoridad. Los hombres reciben un poncho y las mujeres, una bayeta.
Cuando concluye el ritual del bastón de mando se inicia una fiesta que incluye música y una pambamesa (comida comunitaria). La gente que participa también entrega regalos y platos de comida.
“En los últimos años, este ritual se ha ‘folclorizado’ y se ha usado como herramienta política. Nuestra tradición es legítima solo cuando la comunidad es la que decide entregar el bastón”, dice Pilatuña.
Un hombre sabio de la comunidad, llamado runa, es el designado para entregar el bastón de mando. La legitimidad de la tradición también se mide por la cantidad de personas que asisten al ritual y el renombre del yachak que entrega el bastón.
“Es un honor contar con la aceptación y el cariño de la gente”, dijo Napoleón Cadena.