Las torres forman una especie de camino a lo largo de 12 provincias del país. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Su presencia resulta incómoda. En parajes donde todo es verde, las enormes estructuras grises de acero contrastan con el paisaje que ofrecen las cumbres del Cotopaxi, Rumiñahui y Sinchologua.
Estas torres de 45 metros de altura, que forman una especie de camino a lo largo de 12 provincias, son parte de la línea de 500 kilovoltios (kV), que transportará energía desde la central Coca Codo Sinclair hasta Chorrillo, cerca de Guayaquil.
Para intentar obviar su presencia, los turistas que visitan los destinos ubicados en las faldas de estas elevaciones buscan un ángulo que permita excluir a estas torres de sus fotos de recuerdo.
“Los visitantes lamentan la presencia de estas estructuras”, comenta Jorge Pérez, propietario de la Hacienda El Porvenir y director de la Fundación Páramo.
Desde hace tres años, en los senderos que recorren los turistas que llegan a este sitio de hospedaje en El Pedregal, en el B, aparte de apreciar los extensos pajonales, chilcas, mirlos, cóndores y otros animales silvestres, miran estas torres gigantes.
Quienes conocieron este valle previo a la instalación de esta red de transmisión, sostienen que el cambio es “un horror”, dice Pérez.
Para evitar que esta obra impacte de manera negativa, la Hacienda El Porvenir hizo el año anterior adecuaciones para ofrecer nuevos servicios a sus clientes.
En la parte posterior de esta propiedad se habilitó una sala para masajes relajantes y un temascal, que permite hacer ritos de limpieza.
Junto a estas áreas, en las que predomina la madera y el olor a eucalipto, se construyeron unas piscinas con amplios ventanales, los cuales dan al lado donde menos se ven las torres. Y se dejó, a propósito, que crezcan afuera unas chilcas para tapar la punta de una de estas estructuras.
En el hotel Cotopaxi Pungo, ubicado en las faldas del Pasochoa, se plantaron también árboles para intentar ocultar a estas infraestructuras de acero, que se cruzan justo por el frente del volcán Cotopaxi. Otro recurso que emplean los turistas son flores para cubrir la torre y evitar que esta sea capturada en una foto, explica Sebastián Cornejo, propietario de este sitio de hospedaje.
Lo que no se puede ocultar con plantas se hará con una técnica de pintura. Esta consiste en usar tonos de verde, similares al camuflaje de los militares, para que estas estructuras se mimeticen.
El martes pasado, personal de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec) subió a una de las torres, próximas a la Hacienda El Porvenir, para cumplir con las tareas previas antes de la pintura.
Esto, según Pérez, es parte de un acuerdo, que permitirá que las tres torres se camuflen con el entorno natural.