Tener y utilizar una tarjeta de crédito es conveniente, pero si no se la sabe administrar, las deudas adquiridas por su uso pueden traer o traen consecuencias penosas.
El Comercio (14 de abril del 2019) informa: “Las deudas agobian a exdueños de automotores.- Actualidad.- Elevadas multas de tránsito por autos vendidos hace más de 10 años sorprenden a expropietarios. La ANT habla de “miles” de afectados. Hay solución”.
El hecho real es que hasta hace algunos años, en los negocios de venta de carros no explicaban al comprador que debe registrar su nombre como nuevo dueño; y, menos, aún, que debe ser inscrito en la Policía. Entonces el vendedor recibía el dinero del precio, firmaba el contrato de compra venta muchas veces en blanco (porque así lo pedía el adquirente con el objeto de venderle a otra persona ya que ese era su negocio) y se olvidaba del registro, pues pensaba que el vehículo ya no era de él y que el nuevo dueño se encargaría de esa labor, inclusive por conveniencia.
La información periodística da cuenta de numerosos casos en los que el antiguo dueño había recibido notificación para que pague multas de USD 3 000, por un carro vendido hace 10 años; USD 21 000 por impuestos que generó un bus vendido en 1993, etc. Por lo menos han expedido una regulación para facilitar su pago.
En cuanto a sospechas, hay hechos no solo curiosos sino divertidos: un tenedor de tarjeta de crédito debe pagar USD 5,97 mensuales a una compañía de seguros, para que pueda usarla en compras en el extranjero. Hace años ya no viaja al exterior, pero en la cuenta del banco continúan cobrándole y peor aún abre la sospecha tributaria de que el tenedor es “accionista” de la compañía de seguros.
La parte penosa afecta a gente de recursos económicos limitados, que adquiere televisor, refrigeradora, lavadora, cocina, etc, a crédito. Cada mes el vendedor le requiere por teléfono el pago mensual atrasado. Cuando el deudor reclama que la cantidad que están exigiéndole a pagar es mayor, se entera de que han acumulado el costo de las llamadas.
Se conoce que el resultado de no pagar oportunamente las cuotas mensuales, trae la terrible consecuencia de que el vendedor retira el bien entregado a crédito y el comprador pierde el dinero de la entrada y si ha pagado varios meses, también esas cuotas. Pero la gente pobre no tiene otro medio para disponer de un pequeño confort en su vida diaria y la transcurre endeudada y a saltos y sustos por el atraso del pago de mensualidades.
Hay gente a la que le gusta ostentar y exhibe en los almacenes una cartera que contiene varias tarjetas. ¿Es persona de fortuna o un simple fanfarrón de los muchos que hay?
Pese a todo, la tarjeta de crédito es solución y salvación en un momento de emergencia en su limitada vida diaria.