La medicina es una profesión que, en mayor medida que otras, requiere de vocación. Este concepto se relaciona con la voz interior que nos llama hacia determinada actividad. La vocación implica amor, responsabilidad, sacrificio y servicio. Aprender es servir, examinar es servir, diagnosticar es servir, curar es servir.
La Medicina es una profesión social, pone en contacto al médico con la gente y la problemática nacional, le compromete a luchar por lograr las mejores condiciones de salubridad y de atención a toda la población, sin diferenciaciones raciales, culturales o económicas.
El doctor Eugenio de Santacruz y Espejo (hijo de un picapedrero y curandero peruano y de una mulata), rebelde médico estudioso adelantado a la ciencia de la época, abogado, periodista, intolerante al abuso y a la injusticia, es el patrono de la Medicina Ecuatoriana. Su ejemplo ilumina los afanes de superación profesional y de inconformidad con la deficitaria atención oficial a la salud reflejada en resultados negativos: -carencia crónica de medicamentos indispensables para tratar afecciones malignas y degenerativas, porque no se los ha incluido en el cuadro básico de medicamentos, con el consiguiente agravamiento o fallecimiento de muchos pacientes, -exclusión de valiosos y experimentados médicos, sapientes maestros y consultores, por haber cumplido 65 años de edad. – Imposición de sanciones que criminalizan en el COIP, por el anterior gobierno, mediante hábil engaño a la ingenuidad y candidez de la comisión médica negociadora, en una gestión que suspendió una paralización total y nacional de los trabajadores de la salud que se oponían a la aprobación de esos artículos que hacen de la atención médica una labor de extremado riesgo para el futuro profesional. -Como herencia del gobierno anterior existe un organismo, el Arcsa (Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria) un ente de pesquisa, que atormenta a los médicos con exigencias desmedidas y absurdas en la instalación de consultorios y servicios médicos. Debe ser reemplazado por una supervisión profesional, bien intencionada, constructiva, no perjudicial, ni pendenciera.
La Medicina, sin ser ciencia exacta, es sublime, con ancestros mágicos y divinos, descritos por el recordado prestigioso cardiólogo y poeta, doctor Eduardo Villacís Meythaler, Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de Medicina, con estas expresiones:
“Como ninguna, nuestra profesión estuvo encargada a los dioses: los Asclepíades, alumnos de Asclepios de Atenas y, en los siglos posteriores, se nos encargó que nos esforzáramos para cumplir como hombres”… “Las nuevas generaciones médicas deben alzar el rostro al sol de nuestra patria, clamar por el orgullo de la tarea que les ha sido encomendada: recomponer al hombre, para componer el mundo”.