La enfermedad vive en el cuerpo de Álex, de 25 años. Lo acompaña desde hace seis y pareciera que no quiere separarse de él. Ha estado presente en sus mejores momentos; por ejemplo durante el nacimiento de su hijo. Se trata del cáncer.
Acostado en la habitación de un hospital público de Quito, el joven cuenta que es la cuarta vez que encara a este mal. Lo hace mientras intenta disimular un leve movimiento en sus manos, producto de un tumor cancerígeno en su cabeza, último ataque de la enfermedad.
El primer embate llegó en el 2013 y se localizó en uno de sus testículos. Para salvarle la vida, se lo amputaron. Por cuatro años se mantuvo estable, pero recayó por segunda y tercera vez, por una metástasis que avanzó al pulmón y al hígado.
“Les gané”, afirma y sonríe. En su rostro se observa un resplandor plomizo, secuela de la quimioterapia. Hoy planea seguir estudiando y espera “ganar” nuevamente la batalla.
Cada 4 de febrero se conmemora el Día Mundial contra el cáncer. Esta enfermedad es la segunda causa de muerte en el mundo; en el 2015 -dice la Organización Mundial de la Salud (OMS)- ocasionó 8,8 millones de defunciones. Es decir, uno de cada seis fallecimientos en el planeta.
En Ecuador los casos de cáncer aumentaron en los últimos seis años. El de próstata, que ataca a hombres, pasó de 414 en el 2012 a 3 322, el año pasado. Es decir, ocho veces más.
Le sigue el de mama, que afecta a mujeres, con 2 787 en el 2018, frente a los 371 del 2012.
En total, 2 980 casos de todo tipo de cáncer hubo en el 2012 y 31 847 el año anterior, según datos del Observatorio Global del Cáncer (Globocan), enviados por el Ministerio de Salud.
La Cartera tiene asignado en este año un presupuesto de USD 378,1 millones para medicamentos y dispositivos. El monto es menor al del 2018, con USD 435,1 millones (-13% ).
Salud reconoce que no se maneja un reporte de inversión específico para el cáncer. Pero, de los 172 fármacos del Cuadro Nacional Básico para el tratamiento de enfermedades catastróficas, 92 son para varios tipos de este mal.
Patricia Tipán, de 24, es otra sobreviviente. La madre de Sofía, de 3, enfrentó la enfermedad en la niñez. A los 11 le diagnosticaron astrocitoma, tumor que se forma en unas células, de la red de conexión al cerebro y la médula espinal. Para extraer el tumor, la operaron y quedó en coma por dos años “Abrí los ojos y ya tenía 13”.
La quiteña Patricia Tipán, de 24 años, fue operada en el 2005 por un tumor en su cabeza. Foto: Roberto Peñafiel / EL COMERCIO
En ese tiempo su madre la cuidó y se endeudó con un banco. Hoy ambas trabajan para cancelar más de USD 2 000.
Patricia limpia casas pero le gustaría retomar sus estudios. Al igual que Álex, quiere ser una especialista en oncología.
El cáncer no siempre se queda en la vida de quienes lo padecen. A Karina Chávez le diagnosticaron el mal en su seno derecho, hace seis años. Le practicaron una masectomía (extirpación total de la mama).
“No me importaba que me lo quitaran, quería vivir”. Reconoce que tuvo miedo de morir, pero lo superó junto a sus hijos de 10 y 5 años y a su esposo.
Hoy está libre de cáncer aunque aún se pregunta por qué le tocó enfrentarlo. “Nunca bebí licor ni fumé, mi vida era sana”.
Una alimentación saludable y actividad física son recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), para prevenir este mal.
Países de América, por ejemplo, se comprometieron el año pasado a llevar adelante un plan de acción para reducir las muertes prematuras al 19% para el 2019 y 25%, para el 2025.
El cáncer no es sinónimo de muerte, repiten los pacientes. Karina recuerda una llamada telefónica, a través de la que le comunicaron que era una de las candidatas para la reconstrucción de su seno.
No podía con tanta alegría. Con una operación estética le dieron la esperanza de volver a ser la de antes, en lo físico. Pese a eso, “cada vez que veo la cicatriz en mi pecho ya no pienso en muerte sino en vida; significa que estoy con mi familia”.
¿Tras el diagnóstico sintió miedo a la muerte? “No”, responde Nila Flores, de 65 años, quien nunca pierde su sonrisa. Ella también venció al cáncer de mama. Al enterarse de la noticia, el primer día – reconoce- no paró de llorar. Luego de eso, no dejó de luchar.
El apoyo de los seres queridos es esencial para la recuperación. Lo explica la psicóloga Diana Proaño. Dirige el Centro de Apoyo Integral de Personas con Cáncer, en Quito.
Ella reitera que es importante trabajar con el duelo por la pérdida de la salud. Este proceso tiene cinco etapas: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación. La idea: aprender a vivir y convivir con la enfermedad.
El trabajo psicológico empieza desde el diagnóstico, porque el paciente debe asimilar su situación y más en una recaída -típica de este mal-.
Pese a las secuelas de la enfermedad, Álex, Patricia, Karina y Nila están fortalecidos; lograron convivir con ese mal, que les enseñó a reír y a llorar.
Ese mensaje se difundirá este lunes en el Día Mundial contra el cáncer.