En barrios de la periferia de Santo Domingo las agresiones contra mujeres son frecuentes. Foto: Juan Carlos Perez para EL COMERCIO.
Las agresiones que desde hace dos meses sufre María mantienen en alerta a sus vecinos. En el sector Asistencia Municipal 2, en Santo Domingo, los gritos del conviviente y los golpes que propina a la mujer han obligado a los moradores a realizar llamadas permanentes a la Unidad de Policía Comunitaria.
La primera vez cuando María fue atacada con un machete en su espalda, los agentes llegaron y lo primero que hicieron fue ingresar a la casa para detener al hombre. Pero este saltó una cerca y evadió a los policías que no pudieron alcanzarlo, porque se escabulló y se perdió entre los matorrales y en la oscuridad de la noche.
Era noviembre del 2018 y María, mientras lloraba junto a sus dos hijas de 7 años y 1 año 5 meses, escuchaba a los agentes, quienes le decían que denunciara a su esposo por violencia intrafamiliar.
La llevaron en el patrullero a la Unidad Judicial y en el trayecto le explicaron que podía tramitar de inmediato una boleta de auxilio o alejamiento para que el agresor no se acercara. Cuando arribaron a la dependencia judicial, el funcionario le pidió detalles de lo sucedido, pero prefirió no continuar con la diligencia. Entonces, se retiró a su casa. Las agresiones de su marido han continuado desde entonces.
Las llamadas de los vecinos al ECU 911 han sido incontables para pedir que auxilien a la agredida, dice Luisa C., una moradora que es dueña de una tienda en ese sector. Las primeras semanas, los policías llegaban a la casa de la víctima, preguntaban lo ocurrido y luego se iban, porque decían que no hay pruebas para detenerlo.
Ahora, los vecinos de Asistencia Municipal se quejan, porque los agentes llegan después de que ha pasado la riña. “A veces no van y si acuden al auxilio solo activan la sirena cuando pasan frente a la vivienda. Luego se retiran”.
Otro caso es del Cristina, quien vive en el sector Cristo Vive. Hace un mes llamó al ECU 911 para alertar que su marido la estaba agrediendo.
Se encerró en su cuarto para esperar que llegaron los agentes, pero durante una hora que estuvo adentro no fue auxiliada. “Mi marido golpeó con tanta fuerza la puerta que logró derribarla. Me gritó y luego me pegó en la cara”.
Romina, en cambio, cuenta que luego de ser agredida por su pareja los policías sí llegaron a su vivienda y le preguntaron lo sucedido. Tras contarle que le había arrojado una silla le dijeron: “busquen la manera de arreglar las cosas” y se retiraron.
Rodrigo García, gobernador encargado en Santo Domingo, comenta que la falta de una denuncia formal es un problema frecuente.
Otro inconveniente es que las víctimas desisten del trámite por temor o porque el esposo vaya a prisión y no pueda llevar recursos al hogar.
Willian Pozo, jefe del Distrito Este de la Policía, dice que el agente está en la potestad de mediar si es que el caso no es de extrema gravedad. Si hay una agresión con signos de violencia, el policía puede ingresar al predio y detener al agresor, porque está dentro del flagrancia, señala otro uniformado.
Para contrarrestar esta situación, la Policía de Santo Domingo presentó una campaña denominada “Una familia feliz es un hogar sin violencia”. Inició el miércoles 23 de enero del 2019.
En presencia de unas 80 mujeres que acudieron al lanzamiento de la medida, el oficial Pozo les dijo: “Les invito a que no callen, denuncien que nosotros estamos para acompañarlos en esta lucha”.
Él dio detalles de los casos de violencia contra mujeres. Esos datos señalan que en el 2018 se reportaron 1604 casos de violencia psicológica que significaron un incremento del 7% frente al 2017.
Por violencia sexual se presentaron cinco denuncias, una más con relación al año previo. Mientras que tres femicidios ocurrieron en el 2018 frente a uno del 2017.