Luego de siete años de haber montado el servicio nacional, la colecta y la distribución de sangre de Nicaragua, y haber ganado el concurso para fortalecer el Ministerio de Salud, hubo la oportunidad de regresar.
El año anterior me llamaron para asesorar en el desarrollo de la política nacional de sangre y para que presente la experiencia de Nicaragua.
Este año me volvieron a invitar para que hiciera un análisis de la situación de los bancos de sangre y vi que las circunstancias eran perfectas para fortalecer el sistema. Esto es muy factible y demostré en Nicaragua que se puede hacer y fue posicionado recién en un congreso mundial, como modelo de gestión a seguir.
Les dijeron a los de la OPS, que fueron los que me trajeron, que me convenzan de que regresara, había los proyectos, los fondos y ya dieron los primeros pasos.
La ilusión de que haya un sistema nacional de acuerdo a las expectativas de calidad fue motivador y tomé la decisión de traer a mis dos hijas, 12 maletas y dejar todo en Nicaragua en stand by y el ofrecimiento fue que el programa sea autosostenible.
Esto me parecía perfecto porque coincidía con un capítulo de un libro sobre medicina transfusional latinoamericana que acababa de enviar para la edición.
Vine y lamentablemente a los pocos días de mi regreso el viceministro Jara renunció, se tardaron mucho en legalizar mi contrato, nunca se lo hizo; pusieron a otra persona como responsable y me dijeron que me quede como asesora.
Entregué todos los papeles que me pidieron y a los dos meses y medio me enviaron un memo diciéndome que prescindían de mis servicios, que no había presupuesto y que al no haber no podían continuar con la contratación, apliqué a otro lado y conseguí trabajo una semana después.
Ya son más de tres meses y más de eso, he estado tentada de regresar a Nicaragua, pero invertí USD 5 000 en el ingreso de las niñas al colegio. Estoy solicitando que me paguen mis haberes…