‘Hans Werner Henze, uno de los más versátiles e influyentes compositores de nuestro tiempo ha muerto”, con ese breve comunicado Schott Music anunció el fallecimiento de quien fuera uno de los compositores definitivos para comprender la música académica de la segunda mitad del siglo XX.
El fallecimiento sucedió el sábado, en Dresde. El músico que alcanzó la fama tanto por su extensa obra musical, especialmente sus composiciones para teatro, como por su gran compromiso político, denunciando el nazismo y defendiendo con igual pasión el comunismo, tenía 86 años.
Nacido el 1 de julio de 1926 en Gütersloh, este de Alemania, Henze creció en pleno avance del Nazismo y sufrió la Segunda Guerra y la posguerra. El ferviente apoyo de su padre al Tercer Reich lo marcó para siempre y fue uno de los factores que lo convirtió en uno de los compositores contemporáneos alemanes más politizados. En 1953 se trasladó a Italia y se instaló cerca de Roma, donde vivió más de 50 años. Allí hizo pública su homosexualidad y se afilió al Partido Comunista.
Más adelante se involucró políticamente en las revueltas de 1968 y la revolución cubana, y decidió traducir su compromiso en un nuevo lenguaje musical.
Su trabajo incluye cerca de 40 obras para teatro, óperas, 10 sinfonías, conciertos, obras de cámara, oratorios y un réquiem compuesto por nueve conciertos sagrados. Entre las cumbres de su creación destacan sus colaboraciones con el poeta austríaco Ingeborg Bachmann, con quien compuso El príncipe de Homburg (Der Prinz von Homburg, 1958-59) y El joven Lord (Der junge Lord, 1964) y los dramas musicales Elegía para jóvenes amantes (Elegy for Young Lovers, 1959-61) y Los Bassarids The Bassarids, (1964-65).
Una obra en la que siempre se hallaba aquello que Henze pensaba de la música: “es lo opuesto al pecado: es la redención, la tierra prometida”.