El correato sembró miedo. Además compró complicidad a través de bonos, empleos, consultorías, contratos y propaganda. Pero no todos cayeron en el juego: lo superaron construyendo resistencia.
Los comunicadores sociales fueron los más golpeados por el régimen. También los estudiantes, los maestros, las mujeres, los militares, los indios… todos. Se criminalizó el periodismo de investigación, el pensamiento crítico y la protesta social. De allí surgió la resistencia. La más conocida y homenajeada en estos días democráticos, es la de los periodistas. Sin embargo hubo muchas resistencias. Una de ellas, poco conocida, la de los padres y madres de algunas de las miles de las escuelas rurales cerradas.
En aquellos años de aplicación de la política de reordenamiento educativo centralizador y homogeneizante, que debía bajar el número de escuelas de 19.000 a 5.000 mil, muchas comunidades se allanaron a la decisión ministerial, otras se disputaron entre ellas para que les instalen la monumental Escuela del Milenio y algunas no dejaron que cierren la escuelita de sus niños, que además era el centro de su reproducción cultural y social. Escuelas desatendidas desde hace décadas por el Estado, pero que vivían por el esfuerzo comunitario. Testimonios de padres y madres de familia de esas escuelas, recogidos en el 2015 por un estudio del Contrato Social son reveladores: “Nosotros nos levantamos y dijimos que no era justo. Y nos fuimos al Distrito… Nos fuimos y reclamamos.”… “Cuando nos dijeron que cerrarían la escuelita nos organizamos, cerramos la carretera y no dejamos pasar a los delegados del ministerio, al final la escuela no se cerró”.
Pero la decisión ministerial se aplicó en la mayoría de casos. Se cerraron miles de escuelas: “… Como padre de familia, estoy bien resentido… La escuelita que se cerró ha tenido 40 años de vida. Entonces, ahora no vale nada, la han dejado botada. Es la manera de pensar de los padres de familia de Sablog Chico, y seguiré insistiendo y reclamando…Mi interés es que la escuelita siga funcionando”.
Cuánto mal se hizo a miles de niños y niñas que hasta hoy tienen que caminar kilómetros en las peores condiciones para llegar a los nuevos establecimientos. Cuánto daño se hizo a la comunidad dejándola sin vida.
Muchos claman por la reapertura de las escuelas, ¿pero pueden revertirse procesos sociales y económicos complejos y dolorosos, donde miles de familias tienen su proyecto de vida en las ciudades? Tal vez unas podrán reabrirse, otras no. Y si se las reabre, que sea en las mejores condiciones. No reabrir por reabrir, por tomarse la foto. Reto inmenso de la dirigencia indígena, de directivos de la educación indígena y rural, y del gobierno. Pasar de la resistencia a la propuesta con el compromiso del Estado y de la sociedad.