El caricaturista Marcelo Chamorro (La Hora y Vanguardia) afirma que la imagen de Rafael Correa se maneja tan bien que es más popular que la Coca-Cola.
¿Por qué dibuja al Presidente de espaldas y en un trono?
Es mi forma de verlo. El caricaturista debe analizar el personaje no solo por sus características físicas, sino, sobre todo, por su psicología y sus actitudes.
De espaldas y como si estuviera en un trono. ¿Por qué?
Yo lo represento como si asumiera la majestad del poder y creo que con esa majestad nos da la espalda a los demás…
¿De espaldas a la realidad y a los ciudadanos, como abstraído en sí mismo?
Metido en su mundo y mirando hacia delante. Él nunca mira hacia atrás.
¿Por qué será? ¿No es conveniente mirar atrás?
A veces sí es bueno y a veces no. Pero en el caso del Presidente, me parece que ese es uno de sus más fuertes rasgos psicológicos: nunca mirar atrás.
¿Alguna caricatura de Correa le ha traído problemas?
No, problemas, no. Al menos eso es lo que me han dicho los abogados.
Y sus lectores, ¿qué dicen?
Muchos me preguntan por qué insisto en dibujarle de espaldas, en especial cuando lo represento en los enlaces sabatinos.
¿Y usted qué responde?
Que hay un problema de sobredosis presidencial.
¿Sobredosis?
El Presidente aparece todos los días en los medios, en las ciudades, en los pueblos. Es como si estuviera siempre en todas partes.
Y ha dicho que le gustaría gobernar al menos 300 años. ¿Cómo visualiza usted a Correa 300 años después?
Después de 300 años me imagino que estará como yo, hecho polvo y ceniza.
Pero supongamos que él lograra vivir (y gobernar) 300 años. ¿Cómo lo dibujaría?
Como una momia coctelera, igual a las que él tanto ha criticado de la Cancillería.
Volvamos al tema de la sobredosis presidencial…
El presidente Correa goza de una extraordinaria estrategia de mercadeo publicitario. Su imagen está tan bien manejada que supera de largo a todos los gobernantes anteriores.
Además de presidente, ¿Rafael Correa es un producto publicitario?
Es el primer producto publicitario del país. Si analizamos el tema desde el mercadeo y la propaganda, viene a ser más popular que la Coca-Cola.
¿Al caricaturista le toca mirar los errores del poder y burlarse de ellos? ¿Ese es su rol principal?
No, necesariamente. Ahí podría haber una distorsión.
¿Por qué distorsión?
Porque tenemos que ser equilibrados. No todo lo que hace el Gobierno es negativo y por eso tenemos que hacer un balance adecuado de nuestros dibujos. Pero lo que sí nos corresponde siempre es ser críticos y bajar de la nube al poder.
¿Alguna de sus caricaturas habrá hecho bajar de la nube al presidente Correa?
Como caricaturista quiero que el poder recapacite y que los ciudadanos reflexionen sobre lo que ocurre en el país.
¿El objetivo de un caricaturista no es solamente hacer reír a sus lectores?
No, nada que ver. El objetivo de un caricaturista político (aunque yo detesto la política) no es provocar carcajadas, sino hacer pensar a la gente, a los lectores.
Pero, ¿qué importa que la gente o los lectores reflexionen y sean críticos y autocríticos si el poder no asume esa misma actitud?
Importa mucho, porque si las personas razonan cada vez más, al poder le tocará también razonar y entender que algo está pasando o que algo no está bien.
Y con todo el poder que tiene el Presidente, ¿cree usted que será capaz de ser autocrítico o de recapacitar?
Justamente creo que ese es el problema que tiene el presidente Correa. Si cada vez acumula más poder es peligroso, porque no hay nada más riesgoso para un país que una sola persona acumule demasiado poder.
¿Un poder que podría llegar a censurar a la prensa no alineada con el oficialismo?
Bueno, al menos por el momento los caricaturistas estamos salvados. El Presidente ataca mucho a los analistas y comentaristas que hacen opinión, pero casi nunca descarga nada contra nosotros los dibujantes.
¿Por qué será, si a veces el humor y las caricaturas son mucho más frontales que una opinión escrita?
No lo entiendo bien. En mi caso solamente se ha referido una vez a una caricatura en la que criticaba al Instituto de Seguridad Social, pero nada más. Quizás, pensándolo mejor, se deba a que los caricaturista tenemos códigos…
¿Códigos como cuáles?
Por ejemplo, yo nunca insulto ni agredo. En mi caso, yo tengo códigos para hacer una caricatura. Es un código que manejo y que manejan los demás también porque nunca una caricatura puede ni debe ser grosera ni insultante.
Entonces, ¿para qué sirve el humor político?
Con el humor uno se ironiza al poder, especialmente, y cuando el poder se siente ironizado parece humanizarse, sensibilizarse. Al menos eso es lo que creo que debe ser y lo que intento hacer cada día cuando desde mi camioneta de arquitecto me pongo a dibujar y a bocetear o completar una caricatura.
Los periodistas vivimos un momento difícil. Se nos critica, se nos estigmatiza, se nos judicializa, se nos ataca, se nos insulta. ¿Cuál es su posición en este contexto?
Es preocupante, aunque creo que aún no viene lo peor. En Venezuela, según me han contado, ya uno no puede dibujar al presidente Chávez en los periódicos y revistas. Espero que no lleguemos a una situación así acá en el Ecuador. Sería terrible.
¿Usted llegaría a ejercer la autocensura? ¿Dejaría que alguien le dijera esto sí puede publicar y esto no…?
No, jamás me autocensuraría. En una situación límite yo me retiraría, pero no aceptaría que nadie me dijera lo que debo dibujar o lo que no debo dibujar.
¿Ni el Gobierno ni los dueños de los medios donde usted publica?
En los medios donde trabajo jamás ningún director ni editor me ha dicho “dibuja esto” o “no dibujes esto otro”. Jamás. He trabajado y trabajo con entera libertad tanto en La Hora como en la revista Vanguardia.
¿Qué haría si llegara a suceder algo así?
Ya tengo mis años como para que me digan lo que tengo o lo que no tengo que hacer. Si eso llegara a suceder, que estoy seguro nunca ocurrirá, simplemente me retiraría de la caricatura para siempre y me quedaría solo con la arquitectura.
¿Cree que en este momento ya existen indicios de autocensura de los periodistas que empiezan a tener miedo por la serie de juicios, amenazas e insultos oficiales?
Yo creo que sí. El miedo es propio del ser humano, pero depende hasta dónde llegan los juicios y hasta dónde los periodistas.
Algunos han optado por retirarse, más bien…
No creo que un periodista deba retirarse fácilmente. Cuando un periodista crítico se retira está perdiendo el país, porque el país necesita diferentes criterios y opiniones.
¿Y si el periodista es acosado por el poder político?
Es injusto que se acose a periodistas. El público es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta qué canal ver o qué canal no ver, qué periódico comprar o qué periódico no comprar. No necesitamos que nadie nos diga lo que tenemos que hacer.
¿Y eso está avanzando en el Ecuador?
Está avanzando, pero tengo la esperanza de que no se vuelva un problema grave.
Entonces, ¿sí hay libertad de expresión en el país?
Está en peligro, pero aún existen una libertad colectiva y una libertad individual. En mi caso particular, yo todo el día voy generando ideas. Tengo un cuaderno en mi carro y si se me ocurre algo, simplemente parqueo el auto, dibujo y envío para su publicación.
¿Y publica todo lo que dibuja o se le ocurre?
No, eso no sería responsable. Nunca publico todo lo que se me viene a la mente porque lo que hago es elegir y enviar las que me parecen mejores, las que me salen buenas, las que no insulten.
Al escribir o dibujar se piensan muchas cosas…
A uno le sale de todo, pero por respeto a los demás y a uno mismo no se puede decir ni publicar todo. Hay que cuidarse, pensar bien cada cosa que se dice o dibuja. Es importante que uno tenga la capacidad de hacer un análisis previo y autoimponerse límites en su trabajo, pero nada de eso es autocensura.
¿Qué límites se pone usted?
Mis únicos límites son no llegar a la grosería ni herir a la gente. Trato de comunicar de la mejor manera posible una imagen y un contenido. Si el mensaje logra llegar al menos a un lector, he conseguido mi objetivo. No pido ni necesito más.
Insistamos en su idea mental del Presidente. Un mandatario que da las espaldas… ¿Es inútil tener la esperanza de que algún día cambie?
En el encuentro internacional de caricaturistas de esta semana, organizado por diario El Universo, me pareció curioso que entre los invitados hubiera dos cubanos, Ares y Boligán. Boligán vive en México y Ares, en Cuba. Los dos son grandes maestros, pero mientras Boligán critica a los gobiernos latinoamericanos de izquierda, Ares critica a la derecha y al imperialismo. Yo creo que, en nuestro caso, nos toca criticar nuestra realidad inmediata, al costo que sea.
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HOJA DE VIDA
Marcelo Chamorro
Su profesión. Es arquitecto, graduado en la Universidad Central de Quito. Ejerce el oficio hace tres décadas.
Sus orígenes. Nació en San Gabriel, Carchi. Estudió Artes en San Antonio de Ibarra con el objetivo de convertirse en pintor.
Su experiencia. Empezó como caricaturista en 1985 en diario La Hora, bajo la dirección de Carlos de la Torre Reyes. También trabaja para la revista Vanguardia.
Su familia. Está casado con la arquitecta Gina Cruz, con quien tiene dos hijos: Omar (arquitecto) y Diana (estudiante de Medicina).