Al cabo de más de ocho décadas de vida productiva, Jorge Salvador Lara, historiador, hombre público y jurista, ha recibido el homenaje de su ciudad de Quito, que lo tuvo como su cronista oficial. El acto de reconocimiento lo ha hecho la urbe por su aporte como ciudadano y dirigente político, pero fundamentalmente como trabajador de nuestra Historia.
Nacido en esta capital en el seno de una tradicional familia católica, se formó en el Pensionado Borja, en el Colegio San Gabriel y en la Universidad Católica, de la que fue alumno fundador y docente por muchos años. Sin dejar su trabajo de abogado, se dedicó desde su juventud a la investigación histórica. Fruto de ella fue su libro sobre el 10 de Agosto de 1809, obra de gran aliento, profundamente polémica y continuadora de la tradición historiográfica conservadora, que lo consagró como referente historiográfico y destacó uno de los más profundos caracteres de su trayectoria vital: la Patria.
Ingresó tempranamente en la Academia Nacional de Historia, de la que llegó a ser director por un cuarto de siglo. Produjo más de doscientos libros y artículos científicos, gran cantidad de ponencias nacionales e internacionales, ensayos y estudios más cortos, comentarios, presentaciones y contribuciones para la prensa. No hay ni época ni género que no haya cultivado en su extensa vida productiva.
Con la consigna central de robustecer a la nación ecuatoriana, ha realizado estudios sobre el origen de los pobladores del actual Ecuador; ha defendido la existencia del Reyno de Quito, tal como lo vio el P. Juan de Velasco; ha investigado sobre la Conquista y la Colonia; ha trabajado con énfasis en la Independencia, considerándola como acto fundacional de la nación; ha participado en los debates de la confesionalidad del Estado y sus principales figuras; ha escrito sobre Historia de la Ciencia y ha producido una breve versión de la Historia del Ecuador para circulación internacional. Trabajó en la edición de muchos números ‘Boletín de la Academia Nacional de Historia’, y participó en la ‘Historia del Ecuador’, editada por Salvat.
Como la gran mayoría de nuestros grandes historiadores, Salvador Lara optó por la militancia política activa. Se inició en el nacionalismo y luego se afilió al Partido Conservador, pugnando por orientarlo con la Doctrina Social de la Iglesia. Fue varias veces legislador y ministro. Fue también embajador y candidato a alcalde de Quito. Se mantuvo firme en sus luchas y consecuente con sus principios. Abandonó las filas conservadoras cuando fueron invadidas por el neoliberalismo, que su conciencia nacionalista y católica rechazaba.
Muchos habrán querido sumarse a su homenaje. Me atrevo a escribir estas líneas a nombre de ellos, en especial de sus ex alumnos. Por ello va este modesto tributo al colega y amigo.