Foto de archivo del entonces consejero delegado de Fiat Sergio Marchionne mientras posa junto al logo de la marca en Turín (Italia) el 15 de noviembre de 2007. EFE
Cuando Ferrari aseguró el arribo de Sebastian Vettel a fines de 2014, el entonces flamante jefe Sergio Marchionne fijó una meta que no pudo cumplir en vida, aunque tal vez la consiga post mortem: “Queremos ganar el mundial como máximo en 2018”.
En ese momento, el equipo italiano cerraba su primera temporada sin victorias en la Fórmula 1 desde 1993 y, además de fichar a un piloto estrella, Marchionne cambió a la cúpula del equipo, con Maurizio Arrivabene como nuevo director deportivo.
Con su temprana muerte hoy a los 66 años, el jefe de Ferrari hasta el sábado no pudo ver cristalizado en casi cuatro años de gestión su sueño de un título con la ‘Scuderia’, aunque sí pudo ser testigo de la revolución que vivió el equipo, en aquel momento muy lejos de Mercedes y hoy, al menos, a la par de las ‘Flechas de Plata’.
Hombre polifacético, Marchionne, en cambio, pudo cumplir al menos con su último gran objetivo: liberar de deudas a Fiat Chrysler. El CEO convirtió dos empresas duramente golpeadas en un jugador global de la industria automotriz. Sin compromisos y con ideas en parte poco convencionales, como el hecho de vestir siempre suéters oscuros en vez de traje y corbata, el empresario consiguió uno de los mayores giros en la industria automotriz de todos los tiempos.
Designado en 2004 por la familia fundadora de Fiat, los Agnelli, al frente de la gran empresa de Turín, la saneó cuando estaba al borde de la quiebra. Eliminó la burocracia y redujo a la mitad los tiempos de desarrollo de modelos nuevos.
Luego supervisó también el rescate en 2009 de la estadounidense Chrysler, que sí había entrado en bancarrota. La fusión de Fiat y Chrysler en 2014 para formar el séptimo mayor grupo automotor del mundo se considera uno de los principales servicios prestados por el ítalo-canadiense.
Foto de archivo del entonces presidente de Ferrari Sergio Marchionne (izq) estrecha la mano al patrón de la Fórmula Uno Bernie Ecclestone en el circuito de Monza (Italia) el 6 de septiembre de 2015. EFE
Logró llevar a la Bolsa además a la prestigiosa marca Ferrari, después de suceder en 2014 a Luca di Montezemolo como presidente de la misma. “Nos conocimos en uno de los momentos más oscuros de nuestra compañía y fue su intelecto, su perseverancia y su liderazgo lo que salvó a Fiat”, señaló el sábado John Elkann, presidente de Fiat Chrysler Automobiles (FCA), y su sucesor al frente de la ‘Scuderia’.
Ese día se anunció que Marchionne dejaba todos sus cargos debido a las “inesperadas complicaciones”que sufrió en una operación en un hombro en Suiza.
La empresa no dio más detalles, pero los medios italianos publicaron que el empresario, fumador empedernido, sufría un cáncer terminal. Marchionne, nacido en 1952 en la región de los Abruzos, también obtuvo la nacionalidad canadiense tras emigrar a Toronto con su familia siendo adolescente. Estudió filosofía, economía y derecho en Canadá y antes de Fiat trabajó como abogado y auditor en empresas de embalaje.
Era conocido por su capacidad de negociación, por ser un adicto al trabajo y por sus declaraciones llamativas. Ante las acusaciones de que Fiat habría engañado respecto a las emisiones de sus automóviles, dijo en relación a Volkswagen: “Quien nos compara con la empresa alemana problemente haya fumado algo ilegal”.
Cuando Vettel perdió el campeonato el año pasado por un mal segundo semestre, el directivo explicó el revés por “una mezcla de errores técnicos y errores cometidos por los pilotos”. Se refería, claro, al nacido en Heppenheim.
Marchionne, además, había amenazado en varias ocasiones a los nuevos propietarios de la F1 con una salida, que debería descartarse con los cambios en las regulaciones del motor que tendrán lugar a partir de 2021.
“Mi presidente sabe exactamente lo que dice y mi único consejo es que lo tomen muy en serio”, expresó Arrivabene. Marchionne sabía muy bien el valor de ‘il cavallino rampante’.
Después de todo, es el único equipo sobreviviente desde el arranque de la Fórmula 1, en 1950. Durante sus 14 años al frente de FCA redujo las deudas, maximizó las ganancias y supervisó la separación de CNH Industrial, una división de camiones y tractores, así como de Ferrari.
También diluyó los vínculos de Fiat con Italia. Durante su gestión FCA trasladó su sede legal a Holanda y la financiera a Reino Unido. Y no es casualidad que ninguno de los gerentes que heredan sus cargos en FCA, CNH Industrial y Ferrari sea italiano. Cuando anunció que había logrado saldar las deudas en junio lucía una corbata, aunque apenas visible. Había prometido llevarla en caso de que lograra su objetivo.
Sin experiencia en la industria automotriz antes de su llegada a Fiat, Marchionne tomó muchas decisiones difíciles como retirarse del mercado masivo de automóviles económicos para centrarse en los SUV (todoterrenos ligeros), que arrojan mayores beneficios, en los camiones y modelos de lujo.
También cerró fábricas, se enfrentó a los sindicatos, acabó con la marca Lancia, redujo considerablemente la oferta de productos de Fiat y Chrysler y retrasó las inversiones en automóviles eléctricos por su escepticismo acerca de su futuro.
Entre sus reveses se cuenta el no haber conseguido otra fusión -lo intentó con varias firmas, entre ellas General Motors- una medida que consideraba clave para el futuro de FCA, que ahora queda en manos de su sucesor, el británico Mike Manley.
Tampoco logró las cifras de ventas que pretendía y deja a medias el relanzamiento de Alfa Romeo, la marca que quería poner al nivel de BMW, Audi y Mercedes.
En 2007 habló sobre su estilo de administración en conversación con el diario ‘La Repubblica’ y dijo: “El liderazgo no es anarquía, quien es el jefe en una gran compañía está solo, no existe la responsabilidad compartida, a veces me siento muy solo”.
Marchionne trabajaba muchas horas y se sabe poco sobre su vida privada. Su residencia oficial estaba en el cantón suizo de Zug. Le sobreviven dos hijos, una ex esposa y una nueva pareja.