Solo en los últimos seis años, las autoridades del Distrito Metropolitano se han empeñado en convertir a la ciudad en un destino de inversiones importantes. Corría el 2012 y el alcalde de la época, Augusto Barrera, impulsó un plan de atracción de nuevos capitales, que incluso lo llevaron a reunirse con inversionistas en Nueva York, durante un evento realizado el 1 de febrero, bajo la coordinación de la Oficina Comercial del Ecuador en esa ciudad y el apoyo del Consejo de las Américas.
Tres años más tarde y con un nuevo huésped en el Cabildo, Mauricio Rodas presentó el 29 de abril, la ‘Visión del Eje Productivo del Plan de Desarrollo 2015-2025 del Distrito Metropolitano de Quito’. Además de ser un imán para nuevas inversiones, el objetivo que se planteó con esta agenda era ubicar a la capital entre las ciudades más competitivas de la región, hasta el año 2025.
El 10 de julio se acaba de presentar la Estrategia de Atracción de Inversiones y las herramientas 2.0, para potenciar a Quito como un polo de inversión en la región. Lo importante de este nuevo plan para lograr esa meta es el anuncio de la creación de la Zona Especial de Desarrollo Económico (ZEDE) para la urbe, con apoyo del Gobierno.
En cada una de las presentaciones de estas iniciativas, el mensaje es el mismo: expresar a la comunidad empresarial nacional e internacional las oportunidades que ofrece Quito y las potencialidades que tienen los sectores productivos que aquí se desarrollan.
Si bien todas estas propuestas son válidas, lo importante es que las visiones se articulen en agendas de trabajo de largo plazo y que se adapten a los retos que el desarrollo urbano plantea a todas las capitales del mundo.
Los desafíos para ser esa ciudad atractiva para el inversionista pasan por fortalecer los factores de competitividad, afianzar los encadenamientos productivos locales, fomentar los nuevos emprendimientos, entre otros.
Ahora, el gran riesgo deviene de las elecciones seccionales del 2019, porque ya vendrá un candidato que aplique el ‘borra y va de nuevo’.