Señor Moreno: comenzaba a respetarle y hasta admirarle por su cordura, su prudencia, su calidad humana y no quisiera cambiar de opinión, pero con el respeto que usted me merece en su intervención de la semana anterior en Cuenca tuvo un discurso totalmente contrario al expresar que el cáncer es resultado de la tristeza y, con una experiencia personal que usted narró, un enfermo en el tiempo de un año se curó gracias a la emotiva conversación que mantuvo con él.
No soy médico pero por cultura general se sabe que el cáncer es una enfermedad multifactorial generada principalmente por herencia y obviamente por múltiples motivos adicionales; cierto que toda enfermedad se somatiza cuando la carga emocional es grande y la tristeza aporta para su presencia. ¿Pero los ecuatorianos no tenemos motivos para estar tristes? Si no hay trabajo, si la salud estatal deja mucho que desear, si la educación está en crisis, etc.
Usted se refirió directamente al personal que se desempeña en el campo oncológico, no sé si por frustración, por falta de conocimientos o por un simple lapsus que de vez en cuando todos tenemos, y dijo que cuando se diagnostica cáncer el que se alegra es “el médico” quien recomienda al enfermo cambiar de vida, mientras que él cambia de carro. Señor, además dijo que hay más médicos oncólogos que enfermos de cáncer, no sé si sabe que 150 niños que adolecen de esta enfermedad reclamaron, junto a sus padres, de su atención señor Presidente.