La ambateña, de 47 años, se entrena por las mañanas en la pista de asfalto del parque Bicentenario. Katherine es ayudada por un guía de montaña en el Cayambe, en el 2015. Foto: Julio Estrella/EL COMERCIO
Cuando le pusieron una prótesis debajo de su rodilla izquierda, en marzo del 2010, Katherine Pico sintió que podría nuevamente pisar la tierra. Aprendió a caminar otra vez, a trotar, a intervenir en carreras de 5, 10 y hasta 15 kilómetros y a trepar montañas.
En ocho años de este continuo aprendizaje, su gran desafío siempre ha sido participar en una carrera de 42 kilómetros; y ahora ve su anhelo muy cerca. La ambateña, de 47 años y radicada en Quito, está inscrita en la maratón de Chicago, del domingo 7 de octubre de este año.
Antes de la amputación de su pierna, por un cáncer que comprometía su tendón, en diciembre del 2009, Kathy -como le dicen sus personas cercanas- jamás practicó un deporte. Se dedicaba a su trabajo de auditoría en una empresa y estudiaba una maestría MBA de negocios.
Admiraba a los atletas, pero tenía un dolor constante en su tobillo que resultó ser producto del cáncer. Se sometió a quimioterapias, pero se dio cuenta de que si salvaba su pierna apenas podría caminar.
Un día después de la amputación germinó su anhelo: correr la maratón. “Se me han ido ocho años en este sueño, pero lo voy a lograr. Se lo dije a los doctores. Y lo voy a cumplir”, expresa decidida.
El año pasado, su reto estuvo cerca de cumplirse. Un mes antes de intervenir en la maratón, precisamente, de Chicago, un ‘granito’ apareció en el muñón donde se conecta su prótesis. Los médicos le dijeron que tenía una infección que podría complicar sus huesos. Debió usar muletas por 18 días.
Tras meses de preparación para Chicago, sentía algo de frustración. El deportólogo Mario Ochoa cuenta que entonces ella utilizaba un ‘socket’, pieza donde encaja el muñón de las personas con amputaciones, muy grande. Eso derivó en la lesión.
Hace 15 días y luego de invertir unos USD 3 000, recibió un nuevo ‘socket’. Fue moldeado durante un mes por el estadounidense David Krupa, quien también utiliza prótesis y es director de la Fundación Romp, que fabrica soluciones tecnológicas para personas con amputaciones.
Krupa es amigo de la deportista desde hace tres años. Dice que este implemento le ayudará, pero sobre todo resalta su voluntad y disciplina. “A veces, no sé si es ella la que nos motiva más”, expresa el estadounidense, que la acercó a la escalada de montañas.
En el 2015, le contó que por los 25 años de la ley de discapacidades en Ecuador, Romp quería organizar un ascenso al Cotopaxi, con personas amputadas. Así fue como Kathy se involucró en los ascensos. Ha trepado el Ruco Pichincha, los Illinizas, el Guagua Pichincha. No ha logrado coronar la cumbre glaciar del Cayambe. Con la Fundación Romp lo ha intentado en tres ocasiones, desde el 2015.
Este año, con 27 personas -la mitad de ellas con amputaciones- irá al Cotopaxi a finales de septiembre. Serán guiados por el récordman de las montañas Karl Egloff.
Para subir a su primera cumbre se preparó seis meses. “Me siento bendecida por vivir en la era de la tecnología. Ahora tengo una pierna adaptada a mis necesidades”, se regocija. Utiliza dos prótesis: una para escalar las montañas y otra para las carreras. Los implementos son muy livianos, de fibra de carbono y con el peso ideal para que soporten su cuerpo.
Siente la prótesis como parte de su cuerpo, pero reconoce que no es igual a una pierna propia. Cuando trota siente ‘golpeteos’. En ocasiones también siente el ‘dolor del miembro fantasma’, sensaciones dolorosas que aparecen cuando se han perdido extremidades del cuerpo. Kathy ha sabido sobrellevar la dolencia. Ahora, con optimismo, mira a Chicago.