Alfredo Arias (izq.) conversa con Ayrton Preciado, el pasado domingo en el estadio Capwell. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El silencio de Alfredo Arias duró cinco meses. El entrenador del Club Sport Emelec dejó de asistir a las ruedas de prensa y de dar entrevistas para evitar confrontaciones con la hinchada y periodistas. Tampoco prestó atención a los hinchas que pedían su salida del equipo.
Volvió cuando se clasificó a la final del torneo, tras derrotar a Guayaquil City. El presidente, Nassib Neme, lo convenció para que compareciera ante los periodistas. “Cuando hablaba, lo que decía se tergiversaba; me callé para hacerle bien a Emelec”, dijo.
Con eso se refirió al ambiente tenso que se creó entre él y sus críticos, a raíz de que su equipo perdió la primera etapa del torneo y luego quedó fuera de la Copa Libertadores, en los octavos de final.
Ambos acontecimientos fueron en julio, mes en el que se escuchó por primera vez: “¡Fuera, Arias, fuera!”, desde los graderíos del estadio George Capwell. Fue allí cuando decidió guardar silencio y delegó a su asistente técnico, Héctor Rodríguez, a que asistiera a las conferencias de prensa.
El nivel de hostilidad era alto. Los aficionados ingresaron al portal Wikipedia para modificar la biografía del entrenador. “Considerado como el peor técnico de la historia, de Emelec”, se mencionaba en la página web. Esa publicación ya no está disponible.
También recibió agresiones físicas. Durante un partido en el estadio Jocay, ante Delfín, los hinchas le pegaron un pelotazo en la cabeza, debido a la derrota de su equipo.
Por eso, Arias tuvo que cambiar su forma de dirigir, principalmente en el estadio George Capwell. Antes lo hacía al borde del área técnica, durante todo el partido, ahora pasa mayormente sentado en la banca.
En el último juego, ante el City, solo sumó 13 minutos de pie dando indicaciones durante el compromiso. Fuera de casa se mantiene fiel a su estilo, gritando, gesticulando…
Como contraste, mantiene una relación cordial con todos los miembros del club, guardias, utileros, jugadores, coordinadores y directivos. Lo ven como un hombre serio, trabajador y dedicado.
Sócrates Intriago, uno de los guardias del complejo de Los Samanes, califica al estratega como respetuoso. Según el trabajador, Arias es el primero en llegar y el último en irse del complejo.
Mantiene la misma rutina desde que llegó a Guayaquil, en junio del año pasado. Llega al complejo por lo menos media hora antes del inicio de la práctica, para constatar los implementos que usará, revisar sus apuntes y preparar los trabajos del día.
El DT está enfocado completamente en el campeonato, no da espacio a distracciones. Por eso no celebró su cumpleaños el martes pasado, en el complejo deportivo. Trabajó como cualquier otro día, sin reuniones ni festejos.
Generalmente, la plantilla festeja los cumpleaños con asados en el complejo, donde se conversa y se bromea. Esta vez, la reunión quedó suspendida hasta el final del campeonato. “No podemos desconcentrarnos, aún no ganamos nada”, dijo el DT.
Fernando Gaibor fue siempre uno de sus defensores. Criticó a la hinchada que gritaba en contra del DT y pidió respeto. El mediocampista recalcaba que esos incidentes también afectaban a la familia del DT, que reside en Guayaquil.
Los resultados lo avalan. Los eléctricos son el equipo que más partidos ganaron este año (23), además de ser el más goleador (70 tantos), junto a El Nacional. Este año, solo perdieron en seis oportunidades, nunca en su estadio.
El Capwell es el fortín de Arias, donde este año los azules ganaron 17 partidos y empataron cinco. Solo cedieron 10 puntos en casa. No han perdido como locales –por el torneo nacional- desde octubre del año pasado. Arias tiene contrato hasta diciembre del próximo año. Meses atrás, el presidente Nassib Neme mencionó que existe la posibilidad de extender ese vínculo.