El 30% de las rupturas amorosas se producen por los engaños cometidos a través de las redes sociales. Esos espacios brindan la ‘oportunidad’ de entablar amistad con desconocidos que hacen comentarios relacionados a la apariencia física o permiten mantener contacto con las exparejas. También hay coqueteos con otras personas. Incluso dan lugar a problemas o reclamos por las fotografías que publican.
A esa conclusión llegó la Fundación Padres Responsables del Ecuador en un estudio que levantó desde agosto del 2016 hasta julio del 2017. La muestra fue tomada a partir de 100 divorcios que fueron tramitados en Quito, Guayaquil y Manta por el Consorcio Jurídico Díaz & Asociados.
De esa cantidad, la mayor fuente de pruebas para separaciones fueron 66%, Facebook; 55%, WhatsApp; 15%, de My Space; y 5%, Twitter.
Stalin Díaz es presidente de ese consorcio que colabora con el patrocinio legal de la fundación. Afirma que de los 100 divorcios que tramitó, 57 se produjeron por infidelidades de las mujeres, que fueron detectadas por sus parejas en redes sociales. Lo mismo ocurrió en el caso de 43 varones.
Él explica que el adulterio puede comprobarse con correos electrónicos u otros anuncios en redes en los que se evidencia que hubo encuentros sexuales con otras personas. A su juicio, Facebook es la red social más utilizada por la gente que busca aventuras amorosas.
“Allí se pueden enterar de la problemática familiar, de las rupturas con las parejas anteriores y esto es aprovechado para conseguir nuevos afectos incluso”, precisa Díaz.
¿Cómo funcionan esas dinámicas? Primero son amigos hasta que logran vincularse afectivamente. Se aprovechan de los momentos de debilidad, principalmente de la mujer, para conquistarla.
Díaz asegura que WhatsApp es la más peligrosa porque es una red social privada y directa. Es decir, pasa de los halagos al ámbito sexual. Se produce el intercambio de fotos íntimas que luego pueden comprometer a quien las envía.
Muchas veces –asegura el experto- las imágenes de mujeres desnudas que circulan en Internet son las que se intercambian por ese sistema, lo cual la convierte en peligrosa cuando hay infidelidades de por medio.
Y él recuerda casos. Por ejemplo, el de una mujer que comentó públicamente en Facebook que rompió la relación con su conviviente. Luego de esto, ella comenzó a mantener amistad con un hombre que conoció por Internet.
La halagaba, le decía que es bonita y un día finalmente acordaron salir. Se identificaron en gustos e intereses mutuos. Con el pasar del tiempo tuvieron una cita, salieron a bailar y hubo un encuentro íntimo.
Ella volvió con su expareja, pero ya estaba embarazada. Su conviviente reconoció a la bebé, pero luego se hizo las pruebas de ADN y resultó que no era su hija. El caso llegó a juicio, pero no progresó la impugnación de paternidad. En la legislación ecuatoriana, el reconocimiento voluntario es irrevocable. “Comprobó que no era su hija, pero el acto era voluntario”.
En otro hecho, una mujer revisó el celular de su marido y se encontró con el mensaje “hola mi vida, ¿cómo estás? Ven a verme”, en WhatsApp. En ese momento, ella no le reclamó y comenzó a investigar hasta conocer a la amante. Finalmente, ella lo abandonó. “Eso es lo más común que ocurre”, comenta Díaz.