En el circo surreal, caótico y alucinante de la Revolución Ciudadana, es difícil encontrar hechos – incluso minúsculos – que no sean extrañas paradojas y contrasentidos en sí mismos. Tomemos el ejemplo de la condecoración de la Orden Nacional “Al Mérito” en el grado de Gran Cruz al titular del Consejo Nacional Electoral, Juan Pablo Pozo. Dicho galardón fue otorgado por su “valentía y firmeza al hacer respetar la voluntad popular en las urnas.”
Pero, si veníamos de una gran “Década Ganada”, donde “La patria ya cambió”, ¿no debería nuestra democracia tener un desarrollo mínimo como para que un proceso electoral no sea mayor reto? Si estamos en un desarrolladísimo país, ¿la tarea ordinaria del Presidente del CNE – de llevar a cabo elecciones transparentes – sería algo tan extraordinario como para generar esa clase de galardones? En otros países los prohombres producen nobeles, aquí en Ecuador se logra organizar elecciones; pero la patria ya está desarrollada.
Seamos rigurosos, o el Ecuador tiene democracia institucionalizada (en cuyo caso, organizar elecciones no es mayor mérito), o bien es un logro hacer procesos electivos dado el caos existente. Pero Correa no caía en cuenta de las contradicciones en las que tenía al país.
Mi lectura es diferente, Juan Pablo Pozo dejó que el Alianza País haga lo que les venga en gana durante las elecciones. Y, como a esos señores realmente les fascina hacer lo que les plazca, pues reconocieron elocuentemente la política del titular del CNE.
Durante el año previo a las elecciones yo representé a un partido político en el Acuerdo por la Transparencia. Se trataba de un grupo formado por 14 partidos y movimientos (CREO, SUMA, Avanza, …) que intentaba verificar que las elecciones sean transparentes, sin desniveles a favor de ciertos contendientes, imparciales, etc. De manera continua fuimos informando a la prensa sobre cómo el CNE no generaba garantía alguna, sobre la oscura e inexistente información respecto al padrón y el sistema informático, sobre las mentiras y falencias que descubríamos (tantas, que enumerarlas agotaría el espacio de este artículo, basta un corto repaso por Google para que el lector se haga una idea). Tal fue la consternación, que el Acuerdo envió una delegación a la OEA para pedir que vigile el proceso electoral (mereciéndose el epíteto de ‘traidores’ por parte de Correa).
¿Dónde están las actuaciones en respuesta a los supuestos usos de bienes y fondos públicos a favor de la campaña oficialista? En la campaña del 2014, cuando Correa hizo su sabatina a pesar de estar en evidente oposición a la ley electoral, el antecesor de Pozo al menos “exhortó” a que se respeten las normas (actuación claramente insuficiente). Pozo ni siquiera hizo eso. Ahora se le abren las puertas para que se prolongue en sus funciones.