En la av. Mariscal Sucre, a la altura de El Bosque, se colocó la nueva señalética de las paradas de buses urbanos. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO
El respeto a las paradas de transporte público aumenta la seguridad del usuario y optimiza el tiempo de recorrido para los conductores de buses. Sin embargo, entre usuarios y conductores se echan la culpa del irrespeto a esa norma.
Son las 09:50 del lunes 2 de octubre de 2017. En el bus con registro 2447 de la Cooperativa Paquisha, que cubre la ruta desde La Roldós (norte de Quito) hasta La Marín (centro de Quito), dos mujeres piden que el conductor las deje bajar en la intersección de las calles Amazonas y Naciones Unidas. “No puedo dejarlas aquí. El policía que nos está viendo me puede multar”, les dice el conductor.
Una de las mujeres insiste pero el conductor no cede. El bus arranca y se detiene en la parada para dejar a los pasajeros. No obstante, la escena se repite en todo el recorrido. El mismo bus, en dos ocasiones previas, se detuvo antes de llegar a las paradas asignadas.
Como parte del Plan de Mejoramiento del Servicio del Transporte Público, lanzado el pasado 6 de septiembre por la Alcaldía, se informó que una parte de ese plan contemplaba la intervención de las paradas para mejorar el servicio.
Según Christian Zaragocín, gerente de Operaciones de Movilidad de la Epmmop, la intervención consiste en la señalización vertical y horizontal de 755 paradas de los principales ejes viales de la capital, y una inversión de USD 48 154.
De acuerdo con los datos de la Epmmop, hasta el momento se han intervenido 117 paradas en la avenida Mariscal Sucre, desde La Ecuatoriana, en el sur, hasta El Condado, en el norte. Conforme a Zaragocín, los trabajos consisten en pintar la zona destinada para el parqueo del bus en la calzada y la colocación de señalética para identificar las estaciones.
Pero, ¿cuál es la importancia de que los buses se detengan en las paradas asignadas? Para Darío Tapia, secretario de Movilidad del Municipio, detenerse solo en las paradas asignadas ayuda a que los buses cumplan con los tiempos estimados en sus recorridos.
“Si estas paradas no se ubican a una cierta distancia entre las cuadras, para el uso de la gente, esos tiempos no se podrían cumplir. En un corredor de transporte normal, la distancia promedio entre paradas es de entre 400 y 500 metros”, comentó Tapia.
El secretario de Movilidad mencionó que las paradas establecen un orden dentro del uso del espacio público, “si no la ciudad estaría al arbitrio de lo conductores”.
Para controlar esto, el Municipio implementará el Sistema de Ayuda de Explotación del Transporte (SAE). Esto permitirá monitorear mediante GPS y cámaras, el que los conductores se detengan en las paradas asignadas. “La semana pasada se aprobó la ordenanza sobre el tema. De aquí tenemos 60 días para lanzar la licitación”, señaló Tapia.
Sobre este tema, César Arias, experto en movilidad, explica que la ubicación de las paradas requiere de un plan técnico. Esto para poder realizar un acercamiento a los conductores o dueños de las unidades, para socializar las ventajas de detenerse en las paradas.
Estos beneficios, según Arias, no solo se evidencian en reducir accidentes o mejorar los tiempos en que se cumplen las rutas, sino en el cuidado del vehículo y la reducción del consumo de la gasolina.
En Guayaquil, señala Arias, se hizo un corredor especial donde los buses solo se detienen en las paradas. El resultado fue que los conductores se dieron cuenta que ahorraban combustible y había menos daños en el vehículo, lo que reducía la compra de repuestos.
Pero, el irrespeto no se da solo entre conductores. Los usuarios suelen exigir al chofer detenerse en lugares no permitidos. Liliana Sosoranga, usuaria, manifiesta que los pasajeros se exaltan si no se detienen donde les queda más cerca. “Como pasajeros nos molestamos si no nos deja más cerca de donde queremos llegar. Eso es algo que hay que cambiar”, expresó.
Para Arias, el mejor ejemplo es el servicio de los integrados del Trolebús. “A nadie en la ciudad se le ocurre esperar un integrado en una lugar que no es la parada ni tampoco pide bajarse en un lugar no asignado”, manifestó.
Para este experto en movilidad, el respeto a la paradas por parte de los conductores de las líneas de transporte municipal se da porque reciben un sueldo y no tienen que competir por los pasajeros en las calles. “Es necesario que se revise el modelo de gestión de los buses para mejorar eso”, dijo.
Una alternativa, para cumplir con las paradas, según Arias, es exigir que se coloquen sensores que no permitan que el vehículo se mueva si las puertas están cerradas.
El viernes próximo vencerá el plazo para que el Municipio evalúe si los transportistas han mejorado el servicio. Para el alcalde de Quito, el alza de tarifas se evaluará con base en si cambiaron temas como este.