Justo cuando se produce la expulsión de la embajadora Hodges, que hirió de muerte a la Atpdea, el Canciller llegaba del Oriente Medio. Destacó su importancia para el comercio exterior ecuatoriano, y fustigó a gobiernos anteriores por no haber buscado el desarrollo de esos mercados.
Washington también enterró la posibilidad de negociar algún otro mecanismo de acuerdo comercial.
La pérdida de la Atpdea obliga a la búsqueda de mercados alternos para los productos que pierden las preferencias. Para nuevos proyectos de exportación, o expansión de los existentes. Habrá que buscar mercados distintos.
El europeo es uno lógico. Pero Bogotá y Lima acaban de finiquitar negociaciones con Bruselas, y lo que queda abierto para el Ecuador y Bolivia es adherirse al acuerdo, sin negociaciones. Lo cual no es atractivo para nuestras actuales autoridades.
Tercero en importancia debería ser el Asia. Para entrar por la puerta ancha, ¿No sería conveniente concertar con nuestros vecinos?
Casualmente, Felipe Calderón de México estará el 28 en Lima para reunirse con García, Santos y Piñera, según El Comercio de Lima, “en pro del desarrollo del intercambio comercial de los cuatro países con el continente asiático”.
El Canciller del Rímac aclara que “el 28 de abril tendrá lugar la profundización de las cuatro naciones con economías abiertas y modernas”. Quizá esta última caracterización explique por qué no fuimos invitados, y si lo fuimos, por qué no aceptamos.
En la búsqueda del mercado asiático, estamos a la zaga de este G-4 de países latinoamericanos de la Costa del Pacífico. En cuanto al mercado de Oriente Medio: cuando el Ecuador se integró a la OPEP en los setenta se intentó venderles más. Algo se logró en un primer momento, pero no se pudo mantener abierto al mercado.
Hay grandes mercaderes en Estambul, Beirut, Damasco o el sur de Europa que controlan los mercados de Oriente Medio de productos importados del tipo que vendemos: frutas, flores, camarón. Ellos harán lo posible por dañar los negocios de quienes quieran quitarles mercado.
Por supuesto, está bien buscar abrir esos mercados. Pero no hay que ilusionarse mucho.
A propósito, ¿pagó Libia por el banano que le vendimos hace poco?
En América Latina, no hay mucho campo para vender más de lo que ya vendemos de banano, flores, atún, brócoli y camarón. El mejor mercado es Chile, que está boyante y no es tropical. Pero Chile ya es cliente. Quizá podría venderse algo más a Argentina. La estrategia económica oficial es coherente y tiene fortalezas. Pero también debilidades. Entre estas, que las exportaciones no petroleras compiten en desventaja en los principales mercados. Con lo cual la dependencia en las exportaciones petroleras será cada vez mayor.