El nuevo disco de Joaquín Sabina se titula ‘Lo niego todo’, una producción con 12 canciones inéditas. Foto: https://www.jsabina.com
Joaquín Sabina nació en Ubeda, España, en 1949. Es cantautor, poeta y pintor. Su nuevo disco se titula ‘Lo niego todo’, una producción con 12 canciones inéditas. Para este disco trabajó con Benjamín Prado, en la composición y con Leiva, en la producción. Su próximo concierto en Quito será el 18 de octubre, en el Coliseo Rumiñahui. Esta presentación es parte de la gira Lo niego todo.
Desde la década de los 80, su producción discográfica había sido continua, ¿qué pasó entre la producción de ‘Vinagre y rosas’ y ‘Lo niego todo’?
En los últimos años me seguía gustando hacer giras y subirme al escenario a cantar pero no tanto el proceso de composición de canciones y de grabación de un disco porque estaba más volcado a la poesía. De todo eso me ha curado este puñado de canciones que he escrito después de ocho años y que son parte del nuevo disco.
¿Cómo se sintió trabajando con José Miguel Conejo (Leiva) y Benjamín Prado?
Benjamín Prado es un amigo del alma, con el que he escrito muchas cosas. Aprovechamos que todos los agostos nos convertimos en vecinos en un pueblo de la bahía de Cádiz y empezamos a escribir. Luego llamamos a Leiva, un músico que pertenece a otra generación, a una rocanrolería distinta a la mía para trabajar en la producción. La mezcla de los tres, en mi opinión, ha sido muy afortunada.
En el nuevo disco hay rumbas, una especie de ranchera y hasta un reggae.
La rumba y las canciones amexicanadas las he cultivado durante los últimos 20 años. Lo verdaderamente nuevo es el reggae. Es un género que siempre estuvo dentro de mí. La primera vez que lo escuché estaba en una discoteca de negros en Londres. Era la época en la que tocaba en la calle. En los últimos años, algunas de mis canciones clásicas las he tocado en este género.
En varias entrevistas ha dicho que este disco tiene mucha magia, ¿por qué?
Desde ‘19 días y 500 noches’ (1999) no había escrito, cantado y producido con la energía y con ese clima febril de creación que estuvo presente en este disco. Eso también lo estamos viendo en los conciertos. La gente está cantando las nuevas canciones como si fueran parte de los clásicos.
En el disco hay una canción titulada ‘Lo niego todo’. ¿Qué es lo que no niega Joaquín Sabina?
En una parte de la canción digo: Lo niego todo incluso la verdad. Esta es una canción bastante cínica donde saco provecho de las cosas más tópicas que me ha dicho la prensa. Por ejemplo, un periódico chileno tituló: “Llega a Chile el profeta del vicio”. Yo pensé, joder, esta gente me sobrevalora. Lo que digo en esta canción es un modo de mirarse al espejo y sacarse la lengua.
A propósito de la lengua, Ud. ha dicho que es cuidadoso con el uso del lenguaje. ¿Cómo le fue con Prado y Leiva en ese sentido?
Benjamín Prado es un poeta que tiene el mismo cuidado que yo tengo con la lengua. Él dice que las peleas que existieron en el disco con respecto a las letras fueron por una coma o por un acento. Nosotros creemos que a la lengua hay que tratarla como si fuera una gardenia. En el caso de Leiva es diferente porque viene de una generación más joven, que no la cuida tanto.
¿‘Lo niego todo’ es su disco menos intelectual?
Es muy probable. Mis últimos discos, por mi cercanía con los poetas y por haberme salido un poco del ambiente de la bohemia, se habían convertido en propuestas demasiado intelectualizadas. Siempre he creído que la canción popular debe tener un rigor en las letras pero no tiene que huir del público. Tiene que estar cerca del lenguaje de la calle.
¿Este disco es una prueba de que sus preocupaciones personales han cambiado?
Mis preocupaciones son las mismas de siempre. Soy un tipo que vive en su casa pero que mira siempre a la calle. Que lee los periódicos, que viaja por todo el mundo y que está pendiente de cualquier tipo de actualidad. La canción Leningrado, que es parte de este disco, es una especie de visión pesimista de la segunda mitad del siglo XX. En octubre, cuando vaya a Quito, el público va a poder escuchar ocho o nueve canciones del nuevo disco y también hacer un recorrido por las canciones de siempre.